… a tres columnas, como si se tratara de la noticia más relevante de la actualidad, La Patria tituló el pasado 15 de julio “Línea Tres del Cable Aéreo carga con un nuevo retraso”, amenizada recientemente con una caricatura que se mofa del día pactado para la terminación del proyecto, incluso en una de sus páginas interiores especula con la idea de las cuantiosas multas adjudicables al contratista. La fuente, de acuerdo con el periódico, proviene de la Administración Municipal.
La modalidad de cables aéreos, entendida como parte de un sistema integrado de transporte, es considerada como la estrategia más adecuada para una ciudad con una topografía de fuertes pendientes como la nuestra.
Usurpársela, impunemente a los futuros usuarios desacreditándola, con afirmaciones deliberada e irresponsablemente temerarias, no es una manera de comprometer a la ciudadanía, estimularle el sentido de pertenencia e involucrarla en el éxito de su funcionamiento.
No hay razones para hablar de “INCUMPLIMIENTO” y de propagar semejante falacia: “…argumento que, aunque pueda parecer válido, contiene un error lógico o razonamiento defectuoso que lo invalida…”.
Para entender la veracidad de esta columna, vale la pena remitirse al estudio de factibilidad del año 2021, donde se estimó la duración de la obra, luego de finalizados los estudios previos, el proceso licitatorio y de suscribir el acta de inicio, en 36 meses, es decir que el plazo previsto aún sigue vigente y, también estudiar el contrato suscrito y perfeccionado con el constructor, en el cual se hace la salvedad de que cualquier demora no imputable al contratista será concedida. A este parágrafo se ha debido acudir para subsanar las inconsistencias de la Administración.
La anterior Administración Municipal, siguiendo el modus operandi que caracteriza a las entidades públicas, ansiosa de cortar la cinta tricolor y, en contravía del cronograma técnico, IMPUSO como fecha de entrega el mes de diciembre del 2023; es decir, menos de la mitad del tiempo.
Entre los ires y venires de un proceso, a todas luces bastante complejo, se atravesaron una acción popular que exigía la compra de todos los predios para continuar el proceso, dirimida 15 días después en favor del contratista, nuevas exigencias como planes de implantación y demoras excesivas en la aprobación de dos de las estaciones. Por motivos políticos, la gerencia del proyecto pasó de Ideas más a la Administración Municipal causando una serie de traumas en razón del empalme y de la responsabilidad atomizada. Desde entonces se han decretado distintas entregas, todas ellas desconociendo la argumentación técnica o por estar fuera de la vigencia presupuestal, con el compromiso de enmendar el asunto al año siguiente, pero que dejan flotando en el aire la percepción de incumplimiento.
Enemistarnos con el proyecto no parece algo sensato; por el contrario, deberíamos aunar esfuerzos para sacarlo adelante en el tiempo justo. Una obra concebida para enriquecer la vida de la ciudad, ejemplo de responsabilidad en el manejo de la obra pública dada su vocación de perennidad, su carácter urbano y calidad arquitectónica es algo digno de construirse bien.