"Cámbiele el apellido y es el mismo cuento". Así titulé la entrevista que le hice a José Jaramillo Mejía hace ya ocho años cuando publicó la primera edición de Las trochas de la memoria, el libro que a mí más me ha gustado de él y que ayer tuve el honor de presentar en la librería Ágora, aquí en Manizales.

Este libro reúne varios atributos del veterano columnista de La Patria: su estilo coloquial, que lo hace tan cercano a quienes gustamos del anecdotario como forma de acercarse a las audiencias; el buen humor que siempre tiene este personaje para contar sus historias y que acompaña con su risa contagiosa; su experiencia como historiador, lo que le da vuelo para hacer de lo una simple historia familiar un texto de consulta sobre la segunda Colonización Antioqueña; y el buen escribir, que siempre está presente en los escritos de don José.

La primera edición fue prologada por ese sabio profesor que habita entre nosotros y que conoce como pocos los vericuetos de la cotidianidad del Gran Caldas, que es Octavio Hernández; además, traía una corta presentación de ese conocedor profundo de las guerras del siglo XIX, que es Alfredo Cardona Tobón; y, como si fuera poco, ahora trae para la segunda edición, proemio adicional de Álvaro Gärtner Posada, hoy presidente de la Academia Caldense de Historia, a la que pertenecen los otros dos.

Que tres historiadores de ese calibre se sumen a la celebración de este libro es la muestra de que se trata de una joya de nuestra región, pues al relatar cómo fue que los ascendientes de la prole Jaramillo Mejía venían desde el sur antioqueño para ir andando caminos y dejando semillas por lo que hoy sabemos es el Eje Cafetero, va contando la historia de una región, de su desarrollo, de sus vicisitudes, de sus violencias, de sus culturas, de sus apellidos y de sus celebraciones.

Esta nueva edición tiene más fotografías que la primera y eso es otro plus para los lectores. La que fue la foto que ilustró la portada de hace ocho años, cumple ya 100 años, pues se trata de los papás de don José, quienes contrajeron nupcias hace un siglo atrás.

Algo que me gusta mucho de varios libros de don José, incluido este, es el glosario al final del libro, donde las nuevas generaciones se pueden reír al descubrir expresiones con las que muchos de nosotros crecimos como chupe por bruta, pilar por el afrecho, reguero de muchachitos, reversero, una tilde de sal, zangareteando, entre otros.

Así que si no pudieron acompañarnos ayer en la presentación, pues pueden pasar por Ágora y comprar un ejemplar, para que hablemos de libros y de colonización antioqueña, degustando un café cargado y con muchas risas.

Subrayados

• "En su obra, el autor mezcla recuerdos de lo vivido por él mismo al lado de algunos de esos viejos, incluidos sus propios padres, y revive tradiciones orales familiares y regionales acerca de la vinculación de los suyos a los procesos de migración. Todas son amables, desprovistas de amarguras, pues prefiere hacer a un lado lo desagradable, para centrarse en lo positivo y las enseñanzas que dejaron". Álvaro Gärtner Posada.
• "Es grata la lectura de las páginas que José Jaramillo dedica a Abejorral conocida como 'la tierra de los Cien Señores', la meseta de Vallejuelo y el municipio de La Unión con sus líneas familiares en las que el lector se admira por el acopio de uniones conyugales y sucesivas procreaciones, hasta desembocar en Braulio Botero Londoño, el personaje de Circasia que se distinguió por su ideario liberal y de libre pensador". Octavio Hernández Jiménez.
• "Como todos los escritos de don José, es ameno, fluido, descansado. Es un libro para leer de una sentada y releer para ver si el sastre descrito fue uno de nuestros tíos o el negociante de cerdos fue aquel viejito barrigón que nos contaba las historias de Cosiaca". Alfredo Cardona Tobón.