El Once Caldas vive en la parte baja de la Liga, con los pronósticos en contra en la Copa.

Se estrecha el camino de la Sudamericana y se hace resbaladizo. Lo mismo en la Liga, aunque válido es reconocer la importancia del empate ante Junior, cuando el partido parecía perdido.

El Once en el remate del juego cambió formas y posturas y pudo llegar al triunfo.

Baste mirar el rendimiento actual de Huracán, el próximo rival, sorprendente por su intensidad física, técnica y táctica en el partido contra Boca Juniors, que mostró la TV el domingo. Y Deportivo Pereira, duro de roer y de matar, que alista el próximo clásico, como si fuera una guerra.

Los beneficios de los sorteos, que llevaron al Once Caldas a enfrentar y ganar, con celebraciones excesivas, a rivales de escasa categoría, desaparecieron, a excepción del doble duelo con derrotas ante Fluminense, enfrentados ambos con demasiada ingenuidad, folklorismo, sin respeto a la competencia.
La afinidad del fútbol y los resultados no existe aún en la casa del Blanco y amenaza con crisis a pesar de los esfuerzos para evitarla.

No es cotidiano el triunfo y el rezago en la tabla preocupa.
Como estímulo para Herrera, el entrenador, algunos de los nuevos fichajes muestran actitud y aptitud con la pelota, como Luis Sánchez y Déinner Quiñonez, quienes hacen suyo el futbol, con oro en sus hábiles pies, pero con dudas por la falta de continuidad que los ha movido de un club a otro, especialmente al segundo.

El boceto del equipo está. Sin duda será un placer juntar y ver los talentos. Pero con precisión y movilidad, integrados en una idea, que construyan un equipo, adaptado a jugar con o sin la pelota.
A los nuevos les gusta el fútbol. Les gusta el balón. Tocan y se mueven con laterales activos, como respaldo. Pero requieren cambios de ritmo, dinámica en el funcionamiento, para fabricar espacios, cerca al área de gol, que beneficien a los atacantes.
No es solo con pases dirigidos, es, también, con juego elaborado. Barrios, Zuleta y Dayro, centro de atención y referencia, se apropiaron, con razones suficientes, del puesto.

No son Pereira y Huracán rivales invencibles. El Once para enfrentarlos, tiene fútbol. Tiene juego, tiene el balón, como el instrumento ideal, para marcar diferencia.
Admitidos los próximos retos como de nivel superior, con sus consecuencias directas de acuerdo con los resultados, el reto es salir a flote o enfrentar el caos.
Los clubes con categoría y con ambiciones de triunfo, consolidan también la vida del vestuario. El del Once, en ocasiones, echa humo, porque algo se incendia.
La vida, como la de cualquier equipo, se agita demasiado cuando llegan las derrotas y se fortalece con los triunfos, vale recordar la Copa y 2004.