Esto no es ensaladita light
Dayro está en vía de leyenda, en boca de todos como hace tiempo, para bien o para mal.
Se acostumbró a ello, porque sabe que tiene la llave: sus goles. Es la chispa que le da vida al equipo con sus triunfos emotivos que son alentadores mensajes para los aficionados, en este sueño convertido en realidad, de buscar el título de la Copa.

El balón en sus pies es una amenaza. No importa la posición que asuma o la función que cumpla: en el centro del ataque, en las bandas, armador o falso nueve. En la maniobra creativa o en la resolución de la jugada.

Los dos goles de su autoría, en el último partido, auténticos mazazos. El primero, el que derritió a quienes lo vieron, es de colección.
De Manual, por la asistencia precisa de Juan Cuesta a zona despoblada de marcas. La perfección de los movimientos y el impacto certero sin hacer pausas ni controles. El típico gesto de un goleador con clase como él, virtud que nadie le discute.
Los hizo ante un rival diezmado, Independiente del Valle, al que le invadió sus predios y le incendió el rancho, reducido por la expulsión de un jugador, en tinieblas todo el tiempo, incapaz de reducir las diferencias y de sobreponerse a los inconvenientes, con errores protuberantes en su retaguardia.
Inferior al Once que lo confundió con su toque, con la velocidad de sus contraataques y la técnica asociada de su juego. No es milagro lo del Blanco y menos lo de Dayro.
Están enchufados, atravesando una etapa sensacional. Pero no es solo Dayro, el nivel encomiable de varios de los futbolistas potencia un equipo con aspiraciones serias, que comanda el Arriero, en gran campaña.
Cuesta, Aguirre, Riquet, Mateo, Mejía, Barrios y Zuleta, hacen coro a las gestas del goleador, sin desafinar en las notas, partido a partido.
Frustra y molesta que el Once pudo liquidar la serie con goleada porque fueron sólidas las razones para el triunfo, como la actitud ambiciosa, la solidez en el trámite, el dominio de los duelos y las posesiones con toques a la pelota. Pero cometió errores infantiles en el ataque.
Pudo regresar con el tiquete asegurado a semifinales. El partido daba para ello.
El caso Dayro, es especial. Lidera el vestuario, lo inspira, transmite confianza. Es un personaje único. De regreso de la selección donde llegó tan emocionado como si fuera la primera vez, aclamado por sus compañeros y el público, parecía un Papá Noel, adelantando la navidad con camisetas para varios de los integrantes del grupo.

Los futbolistas veteranos, entre ellos James, David y Lucho Díaz, le expresaron su respeto y de inmediato lo acogieron, empatizó rápido con el grupo, tuvo habitación en la zona reservada para los veteranos, alejado de los jóvenes, de los técnicos y los directivos, que ocupan siempre los dos pisos restantes.

Fue portador de mensajes para Hernán Herrera, de parte de Lorenzo, abrió las puertas para ir al mundial, promocionó al Once Caldas, a Manizales, alborotó a la afición y demostró que lo suyo no es cuento.