Titular de la columna de Ana María Fallad Alzate: “Referente femenino: el poder de la narrativa correcta” (LA PATRIA, 23/7/2025). Al leerlo, pensé que iba a encontrar datos de mujeres dedicadas a la novela o al cuento. Pero no. Se trataba únicamente de las posibles ‘respuestas’ que mujeres exitosas le darían a la pregunta de cómo llegaron a la cima que coronaron. Como dicen que el lenguaje nace de la gente, los autores de los próximos diccionarios se verán en calzas prietas para resumir las acepciones que actualmente esa ‘gente’ le asigna a ‘narrativa’. Hoy en día, todo es ‘narrativa’: lo son las mentiras y calumnias repetidas, declaraciones cualesquiera de un personaje cualquiera, las frases absurdas o delirantes de Guspéu, las respuestas de un entrevistado, los mensajes claros o enrevesados y hasta la forma de ladrar de los perros. Sí, porque ahora todo es ‘narrativa’, y nadie suelta la palabreja esta. Hasta nuestros días, ‘narrativa’ era, además de la forma de ‘narrar’ (‘la narrativa de Gabriel García Márquez es inigualable’), el género literario que abarca la novela (corta o larga) y el cuento. Nada más, como digo, hasta nuestros días.

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Las conjugaciones de los verbos en castellano son de tres clases: la primera, de los verbos terminados en ‘-ar’ (modelo, ‘amar’); la segunda, de los terminados en ‘-er’ (modelo, ‘temer’), y la tercera, de los terminados en ‘-ir’ (modelo, ‘vivir’). El verbo ‘tañer’, por ello, es de la segunda clase, no de la tercera, como aparece en la siguiente oración “La ciudad dormía cuando las campanas volvieron a tañir...” (LA PATRIA, Fernando Alonso Ramírez, “Manizales, un siglo de su segunda fundación”, 26/7/2025). “...empezaron a tañer...”, así*. De este verbo anota J. Corominas: “Hacia 1140. Del latín ‘tangere’, ‘tocar, ejercer el sentido del tacto’, acepción conservada en castellano en toda la Edad Media, aunque desde el principio aparece también especializado en el toque de las campanas y demás instrumentos sonoros”. Entre sus significados están los siguientes: “Tocar un instrumento musical de percusión o de cuerda, en especial una campana. // 3. Tratar superficialmente sobre una materia”. Irregular en algunos tiempos, se conjuga como ‘rebullir’. *Nota: como es verbo transitivo, la oración citada necesita un sujeto que ejecute la acción de ‘tañer’, que no puede ser ‘las campanas’, pues ellas no pueden realizar esa acción.

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En el mismo artículo escribe el columnista: “Estas malas noticias se acabaron de concretar con el crash de 1929 (...), pero no diezmaron el carácter resiliente de los manizaleños...”. El verbo ‘diezmar’ (de ‘dezmar’, del latín ‘decimare’, ‘-castigar, generalmente con la muerte, a una persona’) no es el apropiado en esa oración, pues significa ‘matar a uno de cada diez de un conjunto’, acepción que luego se extendió a ‘mermar considerablemente el número de personas o animales’, por ejemplo, por una guerra o una peste. Y, aunque también quiere decir ‘castigar’, la acción de este verbo sólo se puede referir a la disminución numérica, especialmente de seres humanos y de animales irracionales. No se puede diezmar una ‘cualidad’ ni el ‘carácter’ de las personas. Éstos se pueden ‘debilitar, suavizar’. Precisión conceptual.

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Las circunstancias de tiempo, lugar y modo tienen sus respectivos adverbios, a saber, ‘cuando’, ‘donde’ y ‘como’. Cuando estos adverbios se cambian por la partícula ‘que’, y ésta se contrapone al verbo ‘ser’, se configura una de las formas del ‘que galicado’, como en el siguiente ejemplo: “El reto es cómo diversificamos, y es allí que necesitamos la transformación digital...” (LA PATRIA, ‘He dicho’, Ana María González Aristizábal, 30/7/2025). Castizamente, “...y es allí donde...”. Y suena mejor.