Hace ya casi un siglo, en los bajos de la casa de mi familia en Santa Rosa de Cabal funcionaba la ebanistería de don Antonio Ospina. En ella, si la memoria no me traiciona, había una sierra ‘sinfín’, eléctrica, vertical, con la que hacían cortes curvilíneos, casi imposibles de realizar con el serrucho tradicional. Como colombianismo, ‘sinfín’ es “una avecilla que dicen anuncia desgracias, sobre todo la muerte cuando canta en los árboles” (Alario di Filippo, Lexicón de colombianismos). Significa también ‘infinidad’. Se usa, además, para designar una serie de cosas que se considera extremadamente grande, por ejemplo, ‘un sinfín de necesidades’. Ninguna de estas acepciones es aplicable en la forma como la empleó el columnista Bernardo Mejía Prieto en la siguiente declaración: “...la Secretaría de Infraestructura de Caldas, que en sus contratos de obra se encuentra atrapada entre incumplimientos, sobrecostos, trámites sinfín y litigios eternos” (LA PATRIA, 25/8/2025). En esta oración debió usar la locución ‘sin fin’, con la que se expresa ‘exceso’ o ‘demasía’ de algo. O cambiar la redacción de la siguiente manera: “...un sinfín de trámites...”. Detalles, pero de suma importancia.

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El ‘queísmo’ es el empleo de la conjunción ‘que’ en lugar de la secuencia ‘de que’, verbigracia, ‘estoy seguro que él sí lo hizo’ en vez de ‘estoy seguro de que’. Yo lo llamo ‘miedo al ‘dequeísmo’, que consiste en lo contrario, por ejemplo, ‘digo de que’, construcción en la que sobra la preposición. Por ese ‘miedo’, seguramente, el columnista de Eje 21 Gustavo Álvarez Gardeazábal redactó así: “No nos queda la menor duda que si es así, Trump se inventará la forma de seguir jodiendo...” (30/8/2025). “No nos queda la menor duda de que...”, como si dijéramos ‘no nos queda la menor duda de esto’. Una manera sencilla de saber cuándo se usa la preposición y cuándo no: ‘digo esto’, ‘estoy convencido de esto’. El análisis gramatical también ayuda.
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Del ‘gerundio’ (del latín ‘gerundium-ii’, de ‘gerere’ -‘llevar algo a alguna parte’) se pueden escribir extensos tratados. Pero, para el uso que nosotros le damos, y para hacerlo bien, basta con seguir la regla de la ‘simultaneidad o relación de dos o más acciones’, por ejemplo, ‘estuvo todo el día recogiendo firmas para el candidato’, ‘habiendo sopesado los pros y los contras del asunto, decidió renunciar’. El desacato de esta norma hizo que el columnista de LA PATRIA Luis Roberto Rivas Montoya lo empleara mal tres veces en la misma cláusula: “...videos institucionales avalando el endeudamiento, alcaldes agradeciendo por financiar doblemente una vía y comunidades respaldando lo que siempre han cuestionado...” (29/8/2025). En casos como éstos, como no hay otro verbo con el que se pueda establecer la ‘simultaneidad’, debe emplearse la conjunción ‘que’ y el respectivo verbo en el tiempo y modo adecuados, así: “...videos institucionales que avalan...”, “...alcaldes que agradecen...” y “...comunidades que respaldan...”. De Cervantes: “Y diciendo esto, enarcó las cejas, hinchó los carrillos, miró a todas partes...” El Quijote, I-XLVI).

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“Haz parte de las más de tres millones de historias de éxito”. Es éste uno de los muchos comerciales del sistema de aprendizaje de inglés llamado Open English. En él se viola la norma gramatical elemental que enseña que el artículo concuerda en género y número con el sustantivo que determina. En la frase citada, su autor hace concordar el artículo ‘las’ con el complemento ‘historias’, con el que no tiene ninguna relación gramatical. El sustantivo determinado por el artículo es ‘millones’, masculino plural, por lo cual la redacción castiza es ésta: “Haz parte de los más de tres millones...”. Elemental.