Se acercan las conmemoraciones por el medio siglo del fallecimiento del poeta Pablo Neruda en el marco del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile y a su vez los 120 años de su nacimiento el 12 de julio de 1904. No alcanzó a cumplir los 70 años y murió devastado tras el golpe militar en un hospital de Santiago y algunas versiones se refieren inclusive a su posible envenenamiento.
Había sido una gran figura nacional, latinoamericana y mundial y obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1971, pero desde joven su obra era leída y admirada, pues escribió libros que sedujeron a los lectores desde muy temprano como Crepusculario, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Residencia en la tierra, Canto general, Los versos del capitán y Odas elementales, entre tantos otros.
Neruda escribía como un jilguero y su palabra brotaba de su pluma con musicalidad inigualada y capacidad para profundizar en los sentimientos y los misterios de la vida y la muerte, el amor y el olvido, la historia y el cosmos, la naturaleza y la guerra. Ya en la década de los años 40 del siglo pasado Neruda era una gloria mundial y a donde llegaba era recibido y homenajeado por sus admiradores, como en su tiempo ocurrió con el nicaragüense Rubén Darío, quien también fue un océano agitado de poesía y gloria viviente.
Neruda nació en el sur de Chile y de joven pasó dificultades económicas al abandonar la universidad y perder la mesada que le enviaba su padre. Pero por suerte logró ser nombrado como pequeño funcionario diplomático de Chile en la capital de Birmania, Rangún, a donde se trasladó por barco recorriendo múltiples puertos en América, Europa, Oriente Medio y Extremo Oriente, lo que influirá en su escritura, otorgándole el aire cosmopolita y mundial y abriéndole ventanas a mundos exóticos.
En Rangún se enamora de una nativa que usa el nombre de Josie Bliss y vive con ella una pasión desbordada que inspiró su poema “Tango del viudo”. Allí en esa tierra tórrida y ardiente convive con cacatúas, serpientes, elefantes, selvas húmedas, elementos que se trasladan a su poesía. Luego de separarse de ese gran amor es enviado como pequeño funcionario a Ceilán, donde prosigue su aventura por el sudeste asiático.
En 1932 regresa a Chile y vive años de burocracia ministerial, bohemia y amistades poéticas, antes de ser enviado a Buenos Aires y después a España, donde es recibido por todos los grandes poetas españoles del momento y vive una crucial experiencia al estallar la guerra civil con el levantamiento del general Francisco Franco. Retorna a Chile en 1937 convertido en militante y político antifascista, y en 1940 viaja por barco hacia México, enviado como cónsul para solidificar allí sus relaciones con el mundo literario continental y mundial. Es seducido por la atmósfera prehispánica y las raíces coloridas del arte mexicano, la gastronomía, la música y la cultura popular.
Luego de viajar por países caribeños y centroamericanos, regresa a Chile por barco en 1943 tocando diversos puertos y países y vive la gran experiencia de Perú, que inspira uno de sus grandes poemas, “Alturas de Machu Pichu”. Después se convierte en senador de izquierda y candidato presidencial y figura patriarcal que reúne multitudes con su poesía americanista y el compromiso antiimperialista y tercermundista. Vive también largos años de viajes, gloria y amor con su nueva mujer Matilde Urrutia y viaja lentamente hacia el Premio Nobel de literatura en 1971, un anticlímax del que salta al trágico final, dos años más tarde, el 23 de septiembre de 1973.
Tras el golpe militar y la muerte del presidente Salvador Allende, Pablo Neruda, agobiado por el fracaso de sus sueños políticos y poéticos fallece enfermo, solo y casi abandonado en un hospital, en la más absoluta tristeza, lejos de su casa oceánica de Isla Negra. Esta es la metáfora total del auge y caída de un grande de nuestras letras que ahora celebramos leyéndolo y revisando su vida de contrastes. Atrás quedó la felicidad de su casa frente al mar en Isla negra, llena de los objetos que recopilaba en sus viajes, entre ellos mascarones de proa y botellas de whizky.