Cuando se acercaba el centenario del natalicio de Barba Jacob, quien vino al mundo hace 140 años el 29 de julio de 1883, viví una de las experiencias más excitantes en materia de investigación y rastreo en México para salvar del olvido y la desaparición la magnífica obra periodística del poeta colombiano errante, que tres décadas después, tras múltiples peripecias, apareció por fin publicada por el Fondo de Cultura Económica en la prestigiosa colección Tierra Firme.
Muchos de los periódicos en los que Barba Jacob trabajó, salvo el gran diario Excélsior o El Universal, habían desaparecido y sus archivos se encontraban esparcidos en viejas hermerotecas donde ya prácticamente se estaban pulverizando, por lo que el rastreo semejaba al argumento de una novela detectivesca.
Con el entusiasmo y la pasión desinteresada que tenemos los poetas por nuestros congéneres perdidos y fracasados, pasé más de un año visitando esos archivos y revisando los periódicos por las épocas en que el poeta trabajó allí, guiado por una hemerografía parcial que realizó su fiel amigo el bibliotecario hondureño Rafael Heliodoro Valle.
Barba llegó a México muy joven después de errar por Centroamérica y de inmediato quedó fascinado por la capital mexicana que era entonces una urbe muy moderna, llena de palacios coloniales, con travías y miles de vehículos circulando por sus avenidas. Gobernaba el país desde hacía mucho tiempo el general Porfirio Díaz, qujen rodeado por técnicos ministros positivistas había logrado dar a su país un gran empuje económico después de siglos de guerras y conflagraciones de toda índole.
Pero el régimen de Don Porfirio estaba en su crepúsculo, por lo que el colombiano fue testigo excepcional de ese desmoronamiento y de la Revolución mexicana encabezada por Pancho Villa y Emiliano Zapata, la primera del siglo XX que ha quedado para siempre en la leyenda. Tuvo suerte el poeta de llegar a México precisamente en ese momento, por lo que fue activo protagonista de aquellos aconteceres.
Al principio fue protegido por el general Bernardo Reyes, el padre del gran prosista y humanista Alfonso Reyes, y por poetas del círculo de Enrique González Martínez, quien fue el creador del famoso verso “tuércele el cuello al cisne”, una especie de consigna con la que se pensaba dejar atrás décadas de engolado y pomposo modernismo poético, al que también Barba Jacob pertencía, según Octavio Paz, de manera rezagada.
Alcanzó a trabajar un tiempo en Monterrey, capital del estado de Nuevo León, de donde eran originarios los Reyes, en una revista y un periódico donde el poeta mostró su gran capacidad de trabajo. Allí vivió varias aventuras, entre ellas el hecho de ser encarcelado por sus escritos.
Y poco después recaló Barba Jacob de nuevo en la capital mexicana para dirigir el periódico antirrevolucionario Churubusco que defendía al llamado usurpador Victoriano Huerta, oscuro militar que dio un golpe de Estado al presidente legítimo Francisco I. Madero, primer demócrata que gobernó México después de la larga dictadura y la caída de Porfirio Díaz, quien partió a Francia al exilio para siempre en el famoso barco Ipiranga.
Barba Jacob era tan talentoso y creativo que él solo escribía todo el periódico: los artículos, el editorial, los reportajes. Sus textos implacables contra los revolucionarios son escritos con una prosa excelente y enérgica, pero el usurpador cayó y el colombiano tuvo que huir de México al triunfo definitivo de la Revolución para salvar su pellejo.
Después regresó y trabajó en la década del 20 y 30 en periódicos opositores que eran manejados por sus amigos reaccionarios y donde desplegaba con frecuencia artículos de nostalgia de los tiempos porfirianos, por lo que volvió a ser expulsado, retomando la vida errante en Centroamérica y Colombia, lugares donde fracasó en varios proyectos periodísticos.
Retornó al México de sus amores domado por la vida y la enfermedad y en la última década siguió escribiendo en varios periódicos crónicas y reportajes para ganarse la vida, así como los espléndidos Perifonemas que publica en el diario vespertino Últimas Noticias de Excélsior, antes y después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, donde usa su elegante e incisiva pluma para comentar los grandes acontecimientos del momento como la guerra civil española, el auge de Hitler y Mussolini, el pacto germano-soviético, el exilio de Trotski y muchos más.
Cosa curiosa, aunque en materia mexicana fue un antirrevolucionario convencido y escribió las diatribas más fuertes contra Villa y Zapata y a nivel mundial admiró como muchos en América Latina el auge de Mussolini y Hitler, en materia colombiana siempre fue un defensor del partido liberal, que gobernó a Colombia después de la larga hegemonía conservadora.
De esa cosecha hay varios artículos elogiosos para Enrique Olaya Herrera, Alfonso López Pumarejo, Gabriel Turbay y José Mar, entre otros liberales. También se destacan bellos y soberbios artículos sobre Simón Bolívar, Jorge Isaacs y otras figuras colombianas que escribía con nostalgia de colombiano errante.
Tal vez varios de esos diarios desparecidos ya están hechos polvo, por lo que la aventura de rescatar la obra desconocida de Barba Jacob de viejos archivos, bibliotecas y hemerotecas polvorientas y húmedas, además de útil fue fascinante y una forma privilegiada de revisar la historia mexicana, latinoamericana y mundial de la primera mitad del siglo XX.