En vísperas de que comiencen las discusiones oficiales para establecer el salario mínimo del próximo año, recordemos que, aunque por definición esta medida solo abarca a las personas que trabajan en el sector formal, también constituye una barrera que dificulta el acceso a este sector para quienes aún están en la informalidad. En el 2024 la informalidad en Manizales fue del 34%, el porcentaje más bajo en todo el país. Esto es positivo porque significa que 7 de cada 10 personas en nuestra ciudad se emplea en el sector formal, lo que les permite acceder a oportunidades de protección social, estabilidad, y mayores niveles de ingreso.
Ahora, la informalidad no es un bloque homogéneo de personas que encajen en una única descripción. El señor que vende aguacates en la avenida Santander está en la informalidad, también la persona que crea un emprendimiento para vender productos hechos artesanalmente por medio de sus redes sociales. La mayoría de personas que trabajan el campo están en la informalidad. Cada una de ellos se enfrenta a contextos diferentes y tiene necesidades diferentes, pero un punto clave que tienen en común es la incertidumbre. La informalidad es vivir en la incertidumbre. Y esa es una poderosa razón para seguir esforzándonos por reducirla.
Nadie se escapa de cierto grado de incertidumbre, pero quien se emplea en el sector informal la enfrenta cada día de forma constante. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en su informe “Empleo Informal en América Latina” (2024), la informalidad está directamente asociada con situaciones de precarización y falta de estabilidad laboral. Esto conlleva dificultades para cubrir necesidades básicas, ausencia de protección social, y una mayor vulnerabilidad ante situaciones de pobreza, sobre todo al alcanzar la vejez. Aunque para muchas personas trabajar informalmente también representa libertad y flexibilidad, la incertidumbre de no contar con una estabilidad de ingresos tiene grandes efectos negativos en el bienestar y la calidad de vida.
Además, los avances tecnológicos y transformaciones en la dinámica de las relaciones laborales y del empleo están cambiando a una velocidad sin precedentes. Las regulaciones pertinentes se desarrollan a una velocidad mucho menor, y dicho desarrollo también depende de la fortaleza de las instituciones a cargo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su Estrategia de Formalización para América Latina y el Caribe (2024-2030), establece que no puede existir empleo formal sin el cumplimiento de los derechos laborales. Sin regulaciones coherentes y un marco de derechos y reglas de juego adecuadas, la incertidumbre solo crece.
Muchas personas, aunque cuentan con contratos formales de trabajo, tampoco se libran de la incertidumbre. En Manizales podemos apuntarle a reducir esos niveles de incertidumbre para la mayor cantidad posible, de forma que no se convierta en un obstáculo para su desarrollo profesional y personal, ni para alcanzar una mejor calidad de vida. Esto nos permite seguir aportando a la tranquilidad, seguridad y bienestar con las que solemos asociar a la ciudad, y sobre todo a que cada vez seamos menos los privilegiados y más las personas que pueden tener una vida llena de bienestar y seguridad.