Santágueda que pertenece a Palestina, se ha consolidado como el principal destino turístico de los manizaleños, así como de visitantes nacionales y extranjeros. Después de la pandemia, muchas familias decidieron establecerse de manera permanente en el sector.
Poco a poco, ha pasado de verse como una zona rural a convertirse en un centro muy dinámico, con oferta de restaurantes y supermercados. Además, cuenta con la presencia de dos centros recreativos de Confa, ampliamente utilizados por sus afiliados, y con espacios para actividades familiares y de esparcimiento.
Sin embargo, no todo es color de rosa. La vía de acceso entre Tres Puertas y La Portada requiere mantenimiento y un mejoramiento en su trazado. Según se informa, la Gobernación está próxima a abrir la licitación para dichas obras.
Resulta absurdo que, en 2019, se haya construido un kilómetro de red madre de alcantarillado y que la continuación de las obras permanezca paralizada, lo cual representa un riesgo para el saneamiento básico. La mayoría de las vías internas son destapadas, estrechas y requieren mantenimiento constante, tarea en la que el Municipio ha mostrado poca gestión.
En cuanto al desarrollo urbanístico, Santágueda enfrenta grandes retos. En muchas ocasiones, no se ha respetado el plan básico de ordenamiento territorial de Palestina. El plan vigente establece que los condominios deben tener como mínimo dos hectáreas y permite la construcción de hasta siete viviendas por hectárea.
Actualmente, se promociona un proyecto urbanístico de aproximadamente 220 viviendas, que no tiene nada que envidiarle a las urbanizaciones de la ciudad de Manizales. Este proyecto, licenciado por el municipio de Palestina, cuenta con la disponibilidad de servicios públicos y con una planta de tratamiento para las aguas servidas, las cuales serán conducidas hacia la quebrada Carminales.
Esta iniciativa podría convertirse en el detonante de un cambio en la vocación rural y turística de la región. Más aún si se considera que ya existen alrededor de 1.400 viviendas construidas y hay planes -algunos de ellos ya licenciados- para la construcción de 1.000 viviendas adicionales.
Me atrevería a decir que el principal problema de Santágueda es el ruido. La reciente ley que busca su control, se ha convertido en “letra muerta”, pues no se está aplicando, al parecer por falta de reglamentaciones. Debido a ello, la policía instalada en la zona carece de herramientas legales para intervenir, lo cual genera molestias y desesperación entre residentes y visitantes. Lo habitual es que las fiestas y celebraciones se realicen con equipos de sonido a volúmenes excesivos.
Durante días festivos y fechas especiales, se presentan problemas de movilidad vehicular debido al parqueo desordenado de vehículos públicos y privados en la zona de La Fonda y en la entrada al centro recreacional La Rochela. Cabe destacar que la policía realiza su mejor esfuerzo para mantener el orden público; sin embargo, en muchas ocasiones, el número de agentes resulta insuficiente para atender los requerimientos de la población.
Es fundamental la participación activa de la comunidad para garantizar un crecimiento armónico y sostenible en la región. Igualmente, es necesario el compromiso de las autoridades municipales y departamentales.
En cuanto a la seguridad, existe una situación que podría resultar preocupante y es que un terreno intervenido por la SAE fue entregado en comodato a una comunidad indígena perteneciente a la CRIC. Decisión que puede generar tensiones y afectar la convivencia y seguridad en la región, incluyendo los sectores de Arauca y el Kilómetro 41