Si comparamos la presidencia de Petro con un partido de fútbol -el deporte más popular del mundo-, al mandatario le quedarían solo veinte minutos de juego. Para algunas personas, este tiempo puede parecer demasiado largo; para otras, especialmente para el gobierno, muy corto. En materia de seguridad, muchas consideran que, si el partido no termina pronto, debido a la creciente toma de territorios por parte de grupos ilegales y a la extorsión que está padeciendo todo el país, el próximo presidente no encontrará “cancha” donde jugar.
En un artículo anterior mencioné el 25 de mayo como una fecha clave, citando una entrevista al reconocido astrólogo Mauricio Puerta, quien advertía que a partir de ese día Petro se “autodestruiría”. En el momento actual, lo peor que podría pasar es que Petro no termine el mandato; ahí sería el caos total. Sin embargo, hay que aceptar que los últimos meses han sido catastróficos.
El ambiente nacional se torna cada vez más tenso. Petro luce cada día más errático, desesperado y confrontacional. En lo que va de su mandato, poco ha logrado ejecutar y, últimamente, su enfoque ha estado por completo en presionar al Congreso para que apruebe sus reformas sociales y en preparar el terreno para las elecciones del próximo año.
Pese al evidente desgobierno, el presidente mantiene una favorabilidad cercana al 40%. Todo indica que su base de seguidores está dispuesta a aceptar y tolerar sus comportamientos, por polémicos que sean. Sin embargo, no todo está perdido. A poco más de un año para la elección de un nuevo presidente, quiero analizar tres escenarios posibles para el futuro político del país.
El primer escenario es que Petro intente permanecer en el poder, acudiendo a alguna leguleyada que le permita, por un lado, aplazar las elecciones argumentando que no hay condiciones para realizarlas o, inclusive, para entregar el cargo y, por el otro, postularse nuevamente a la presidencia. Hay que aclarar que, si logra conseguir que se le permita postularse, tendría altas probabilidades de quedarse en la presidencia y ahí sí “sálvese quien pueda”.
El segundo escenario es que busque asegurar la continuidad de su proyecto político a través de un candidato cercano. Afortunadamente, en su círculo no hay ninguna persona con la suficiente fuerza electoral para ganar una elección presidencial. Además, por muchos candidatos que tenga el “Pacto Histórico” y por muy interesados que estén en una consulta, la última palabra la tendrá Petro y lo más seguro es que el nominado no será de su partido. De ser así, el candidato más probable será el “camaleónico” Roy Barreras.
El tercer escenario -el ideal para muchas personas- es que el próximo presidente no tenga ninguna vinculación con Petro ni con sus ideas. Este panorama, sin embargo, genera inquietudes sobre cómo reaccionará el mandatario saliente, quien con frecuencia habla de un “golpe blando”, convoca marchas y arenga desde las plazas públicas -hasta ahora pacíficas-. Asimismo, recientemente ha cuestionado la transparencia de los contratistas de la Registraduría Nacional, lo que podría anticipar un reclamo de fraude en caso de una derrota electoral.
En conclusión, el futuro político del país es incierto. Algunas personas creen que los astros ya sellaron el destino de Petro y de su movimiento. La esperanza es que quien lo reemplace no provenga de la extrema derecha, pues Colombia no resistiría un escenario de retaliación generalizada contra todo lo que huela a izquierda.