Al pie de los Cerros de Mavicure se encuentran dos comunidades indígenas: El Remanso y El Venado. En ambas los indígenas reciben a los turistas y les brindan las comodidades básicas del turismo. Nosotros nos alojamos en El Remanso, donde ya me conocían y los indígenas puinaves, curripacos, piapocos y tucanos nos recibieron con mucha amabilidad y alegría. Se trata de comunidades que viven de la pesca, de la recolección de frutos silvestres y recientemente del turismo.

Yo he visitado estas comunidades desde los años 70 y sentí mucha emoción oír en el discurso de recepción que me recuerdan con cariño. En efecto he ido varias veces, unas solo y otras llevando grupos. Poníamos las carpas en la cima plana de uno de los cerros y desde allí atalayábamos la inmensidad de la selva, del río y por la noche oíamos los sonidos de la manigua que llegaban claramente hasta nosotros. Desde esa cima mirábamos, “de tú a tú”, a los otros dos cerros frente a nosotros al otro lado del río. Ahora no permiten montar las carpas arriba.

Los guías de El Remanso nos llevaron por un senderito de la sabana y cruzando un reducto de selva atravesado por un caño de hermosas aguas negras y rojas a visitar un campo constelado de las famosas flores del Inírida, que son de dos especies, muy parecidas, unas que crecen en verano y otras que florecen en invierno. Esta vistosa flor fue el emblema del COP16 de Cali.

Además de ascender a uno de los cerros y bañarnos en el río, fuimos a gozar del Caño San Joaquín, que se encuentra a la salida de los Cerros. Se trata de un caño de aguas limpísimas y anaranjadas, cuyas playas son de arena blanca. Es uno de los caños de agua negra-roja más bellos que he visto en la selva; son decenas y decenas los que he conocido y en los cuales me he bañado en mis viajes por la Amazonía.

El pueblo de El Remanso es limpio, espacioso y su ubicación en la base del Cerro más alto le confiere un encanto especial, que unido a la hospitalidad de sus habitantes hace memorable la estadía en sus predios. La impresionante belleza, su ubicación a ambos lados del río y su solitaria presencia en medio de la planicie absoluta de la selva confieren a los Cerros una espectacularidad única en la orografía y la orogenia colombianas. Los Cerros descuellan maravillosamente sobre el tapiz de la selva totalmente plana.

La suprema belleza de los Cerros aparece momentos después de la lluvia cuando sale el sol o hay abundante luz. Hilos de agua descienden por canales que a lo largo de millones de años han labrado y parecen hilos de plata que se destacan nítidamente sobre el granito negro oxidado. Las cámaras fotográficas se enloquecen. Una foto de estas ampliada hasta el tamaño de una pared fue la escogida por la Biblioteca Nacional China de Pekín para la presentación de mi libro “Colombia Secreta”.