Después de un largo viaje retomo las crónicas de nuestra expedición por el Orinoco siguiendo los pasos y la navegación de Humboldt y Bonpland. En nuestro recorrido por el Orinoco remontamos medio kilómetro el Atabapo hasta llegar a Maviso.

En mis excursiones por el Guainía he conocido la historia de esta inmensa construcción blanca que es Maviso, ubicada en la margen hidrográfica izquierda del Atabapo cerca de su confluencia con el Guaviare. Levantada sobre una roca se ve una maciza construcción en cemento de lo que fue una base de la Armada colombiana destinada a hacer presencia y cuidar la frontera con Venezuela. Era una bella base militar que terminó siendo abandonada. ¡Colombia y su Gobierno son así!

Quedó a merced de ocasionales bañistas y paseos de olla que convertían las instalaciones en un basurero. Hubo un proyecto de la Gobernación del Guainía de convertir la base en un hotel, que fracasó. Lástima, porque el lugar es bellísimo y las salas y habitaciones bien arregladas se prestan para el turismo. De nuevo la base militar quedó a merced de pescadores y bañistas que la convirtieron en malolientes servicios sanitarios.

Por el color del edificio es un auténtico elefante “blanco”. En verano el descenso del nivel del agua del Atabapo permite atravesarlo a pie hasta la orilla, venezolana.

Entonces sí, abandonamos el Orinoco y entramos por su mayor afluente, el Guaviare. En otra ocasión conté cómo delirantes y patrioteros colombianos dicen que el verdadero Orinoco debería ser el Guaviare porque en la Cruz del Sur, donde se juntan, el que lleva más kilometraje y aporta más caudal de aguas es nuestro Guaviare, que tiene 1.497 kilómetros de los cuales 630 son navegables y nace en la Cordillera Oriental por la confluencia de los ríos Guayabero y Ariari.

Cerca de la población del Coco en el Guainía, aguas abajo de Puerto Inírida recibe las aguas del Inírida, río de aguas negras, de 1.300 kilómetros de los cuales 1.000 son navegables. A estas alturas estamos navegando hacia el interior de Colombia por el Guaviare, que marca límites entre los departamentos de Guainía y de Guaviare. Al pasar frente al poblado indígena del Coco observamos la “lucha” de las aguas barrosas del Guaviare con las negras del Inírida. Durante un largo trecho las aguas continúan sin mezclarse y el espectáculo es fotogénico, hasta que al final el Guaviare, que lleva más caudal, impone su color barroso.

Muy arriba el Inírida tiene dragas que escarban el río buscando oro y envenenando el agua. Alguna vez la Fuerza Aérea las dinamitó. Deberían hacerlo constantemente. Es tal el trabajo escarbador de las dragas que incluso han llegado a cambiar el color de las aguas del río, que originariamente eran negras brillantes y ahora aunque siguen siendo negras ya no lo son tanto. Unos biólogos que publicaron un libro sobre el río me pidieron fotos en las que se ve cómo era el color del río antes y cómo es ahora.