Llegamos a Puerto Inírida, la capital del Guainía. Desde lejos se anuncia la ciudad por la gran cantidad de barcos de variados tamaños atracados en el puerto. Los hay desde humildes curiaras hasta grandes barcazas que traen provisiones desde Villavicencio y desde Bogotá, utilizando vía terrestre y vía fluvial.

Puerto Inírida tiene también aeropuerto al que llega Satena todos los días. Esta empresa aérea, dirigida por militares, recibe muchas quejas por los cambios de horarios que perjudican a grupos de turistas. Soy testigo y víctima de ello. Se programa una actividad turística en Inírida, pero Satena cambia la hora y los clientes de la agencia de viajes se molestan y le echan la culpa a los organizadores; ellos no tienen la culpa.

En este viaje también sufrimos de cambios de horario. Nuestra excursión empezó por Puerto Carreño el 24 de diciembre y nos cambiaron dos veces la hora de vuelo original, o sea que tuvimos programadas tres horas distintas de vuelo. La gente en Puerto Inírida dice con humor que Satena llega de un momento a otro, ni un minuto más ni un minuto menos.

La actividad en el puerto es febril, alegre y vistosa. Las grandes barcazas traen comestible no perecederos y toda clase de elementos de construcción, de manufacturas, de utensilios, de aparatos, de repuestos, en fin, de todo lo que una ciudad necesita para su funcionamiento y mejoramiento. En botes pequeños llegan plátanos, yuca, verduras, frutas, huevos, gallinas y alimentos procedentes de las chacras de colonos e indígenas.

En voladora salen y llegan turistas en ambas direcciones del río: aguas abajo a la Estrella Fluvial y aguas arriba a los Cerros de Mavicure. Constantemente llegan y salen indígenas para sus caseríos ubicados en las márgenes del río.

En Puerto Inírida he presenciado y fotografiado las más bellas puestas de sol de Colombia desde el camellón del puerto. Allí se congregan decenas de iniridenses al atardecer en verano a recibir la brisa fresca que viene del río y a contemplar cómo el sol se hunde entre paletadas de vivos colores que parecen incendiar el río.

Guainía significa “territorio de muchas aguas”. Y lo es por la cantidad de ríos, caños y lagunas que lo bañan y cruzan. Repito una vez más que el Guainía, cuya capital es Puerto Inírida, es para mí el departamento más hermoso de Colombia por sus bellezas naturales.

Estas son algunas: la ya descrita Estrella Fluvial del Sur, los espectaculares Cerros de Mavicure, los campos de flores del Inírida, los Cerros Teta, los raudales del Inírida que son los más fotogénicos y bellos de Colombia, los caños de aguas negras brillantes, el Raudal Alto de Caño Mina, Caño Vitina, la Laguna de las Brujas, las comunidades indígenas…

Por todo ello y por mucho más el Guainía es visitado constantemente por fotógrafos nacionales y extranjeros que buscan los encantos supremos y la magia de la selva y de sus ríos. En mis libros de lujo sobre Colombia, Guainía siempre ha merecido lugares de privilegio y fotos de portada y contraportada.