San Francisco de Asis
Señor director:
La Iglesia celebra cada año, el cuatro de octubre, a este santo medieval, uno de los más conocidos y venerados. Recuerdo que en Salamina, durante todo un lustro, fui el encargado de acompañar a la Venerable Orden Tercera Franciscana en esa parroquia. Anualmente nos visitaba fray Gabriel Ossa Valencia, O.F.M. (Ordinis Fratrum Minorum = de la Orden de los Frailes o Hermanos Menores o Franciscanos), para animar la vida y la espiritualidad de la susodicha Fraternidad seglar. Fray Gabriel siempre nos repetía los títulos que el Santo de Asís ha recibido a lo largo de los siglos y a lo ancho del planeta. Hételos aquí con una sucinta explicación:
El Pobrecillo de Asís, Il Poverello, porque practicó el consejo evangélico de la pobreza en grado heroico, tanto, que se habla de la “pobreza franciscana”. Comenzó a vivirla cuando, en inolvidable ocasión, delante de su padre, se despojó de las vestiduras y exclamó: “Desde este momento no seré llamado hijo de Pietro Bernardone, sino hijo del Padre nuestro que está en los cielos”.
El heraldo del Gran Rey, Jesucristo, porque Francisco anunciaba su venida, la segunda y gloriosa, la Parusía, la visita del Mesías como Rey, Juez misericordioso y buen Pastor, para completar la obra de la salvación, plenificar la creación entera y entregarle el Reino a Dios Padre. Cuando “por las verdes praderas de la Umbría / solitario Francisco paseaba” (poema La cigarra de San Francisco) y unos viandantes que se cruzaron con él le preguntaron quién era, el santo les contestó: Soy… ¡el heraldo del Gran Rey!.
El juglar de Dios, el trovador que canta las alabanzas del Altísimo, su gloria, grandeza y caridad: “Eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas… Eres el bien, todo bien, sumo bien… Eres la vida eterna nuestra, grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso salvador” (Alabanzas de Dios).
El hermano universal, que considera hermanas a todas las creaturas, la hermana luna, el hermano lobo, los cristianos (como fray Junípero, “ovejuela de Dios”) y los no cristianos (como Melek el-Kamel, soberano de Egipto, a quien visitó y trató de evangelizar): “Loado seas por toda criatura, mi Señor, / y en especial loado por el hermano sol / que alumbra y abre el día y es bello en su esplendor / y lleva por los cielos noticia de su autor” (Cántico de las creaturas o Himno del hermano sol).
El estigmatizado del Alvernia, el monte de Italia donde se le apareció un serafín crucificado que le imprimió las llagas sacratísimas de Jesús, que el santo se esforzaba por disimular bajo el sayal que vestía.
El Cristo de la Edad Media, época que Francisco enriqueció con la fundación de su Orden mendicante, la cual, con la de Predicadores, fundada por Santo Domingo de Guzmán, sostuvo el edificio de la Iglesia, que amenazaba ruina.
El santo más parecido a Cristo, si bien todos y cada uno reflejan la verdad, la bondad y la belleza del Hijo de Dios y Redentor.
“Vuelve, hermano Francisco”, imploramos con el vate colombiano, y con el nicaragüense Rubén Darío pedimos a Dios que su humilde siervo nos libre de “el lobo de Gubbio, el terrible lobo” del odio y de la violencia, y nos ayude a ser instrumentos de la paz mesiánica y divina anunciada por los ángeles en los campos de Belén y replicada por el de Asís en el pesebre de Greccio.
N.B.- Una de las mejores biografías de San Francisco es la de Juan Joergensen.
Jaime Pinzón Medina, presbítero
Las pintas de Manizales por décadas
Señor director:
Desconcertantes las imágenes seleccionadas para presentar las épocas de la moda en la ciudad.
Lástima que la página con tan atractivo diseño y el periódico con un maravilloso archivo estas elecciones no reflejan absolutamente la “elegancia Manizaleña” de antaño y de décadas más cercanas.
MH