Informadores de la hecatombe
Señor director:
Vivenciando las dificultades que trae la crisis moral y ética de estos tiempos, que tiene su génesis en la forma de decidir, solo atinamos a narrar sobre todo este cúmulo de barbaridades que suenan a catástrofe. Los dirigentes o seudolíderes, para más señas políticos, dejan en entredicho honestidad y probidad con decisiones que afectan a sociedades que algún día les brindaron voto de confianza con el fin de que administrando con dignidad se mejorara en calidad de vida. Solo atinamos a ser protagonistas observando, sin tener la posibilidad de aportar a la solución. Impotentes ante la barbaridad auspiciada por las potencias, somos simples testigos o víctimas, con capacidades de ser informadores o relatores de la tragedia que suena a hecatombe. Somos contadores de historias, pero muy crueles: las guerras por el dinero y el poder, el daño ambiental, la desaparición de fauna y flora, los ataques suicidas a escuelas sin fundamento alguno, las agresiones entre países por invasión de territorios, todo conducente a la extinción de la “madre tierra”. El solo desbordamiento de los ríos y sus nefastas consecuencias, debieran mover el sentimiento y las voluntades de quienes pueden ejecutar las acciones pertinentes para contener estos desastres. Puntual es el hecho del aumento de temperatura por encima de 1.5 grados que nos tiene caminando por el filo de la navaja, directo a la desgracia de ser los culpables de semejante infortunio. Vacunados para ser insensibles ante la tragedia, convertidos en voceadores de adversidades, pasamos los días sin solidaridades para detener éste infortunio. Despuntando apenas la tercera década del siglo, estrenando pandemia, hemos visto la resistencia de los pueblos a dictaduras que empiezan a afectar a Latinoamérica. ¡Qué rumbo tenemos? Impredecible, con certeza se puede decir que está en curso la hecatombe, nada nos hace pensar que vamos a detener este desastre, pues, las causas principales: el uso de combustibles que se originan en la energía fósil y la deforestación siguen ahí rampantes devorando ecosistemas, conducta exclusiva del ser humano, que actuando de manera despiadada ahonda en la crisis.
No existe voluntad y sentido de pertenencia por la vida en el planeta de quienes ejerciendo desde los gobiernos direccionen por los caminos apropiados; con carencias en distintos ámbitos del saber, demuestran ausencia de idoneidad que no les permite nada significativo en procura de potenciar unas sociedades funcionales que hagan del planeta el paraíso que nos ‘vendieron’ de niños desde las distintas instituciones. Nos merecemos desarrollos sociales, académicos y económicos que direccionen el rumbo que está bien extraviado.
Frase: “Un buen líder inspira a su gente a confiar en él, un gran líder inspira a su gente a confiar en ellos”. Lao Tse
Rigoberto Escudero Osorio
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