Con hambre no hay paz

Señor director:

Paz, no es que los fusiles no disparen.

Paz, no es que las balas dejen muertos.

Paz, no es que limosnas nos regalen,

ni que abunden los frutos en los huertos.

Todos soñamos con la paz. Paz en mi interior, paz en mi hogar, paz en mi trabajo, paz en la calle, paz en las ciudades, paz en el campo, paz en la campiña, paz en la sierra, paz en el valle, paz en la llanura, paz en la mesa, paz en el agua, en el mar, paz en la conciencia. Todos soñamos con la paz.

Es difícil que haya paz en un país con tantos altibajos, con tantas desigualdades, con tantas inequidades y tantas injusticias. Todos queremos que la paz exista, que la paz sea perenne compañera, que la paz sea tremenda equilibrista y que sea con todos muy sincera. Todos queremos que haya paz. Paz en el día, paz en la noche, paz en el sueño, paz en abundancia, paz sin desnudez, paz para quienes cosechan los frutos en el campo, paz para todos.

Paz, es que todos, sin excepción se sienten a la mesa a compartir el desayuno, el almuerzo y la comida con amor, con alegría y con tranquilidad. Paz es poder dormir en un lecho digno, sentir el calor de la familia, el afecto de los vecinos, recibir con optimismo el nuevo día dándole un fuerte abrazo a la noche que se va.

La paz no es engañar con palabras huecas a un pueblo que vive muerto de hambre, no es llenar los oídos con palabras chuecas mientras los políticos se comen su jugoso fiambre. La paz, no es para elaborar discursos, con palabras almibaradas de mentiras, de aparentes buenas intenciones, de eufemismos bien rebuscados, de falsas promesas, de cambios sin cambios, de sofismas, de mañosas actitudes y de promesas gastadas por el tiempo. La paz, es compromiso, responsabilidad, solidaridad y justicia en un mundo en el cual la esencia de la igualdad se viva y se pueda ejercer como un compromiso de fraternidad con sinceridad y con amor.

Elceario de J. Arias Aristizábal

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