La deuda de la vicepresidenta
Señor director:
No sabe uno si con exceso de ingenuidad, o por desconocimiento, o si fue por parecer como la líder de las reivindicaciones imposibles con un afán de protagonismo insaciable, la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, en un reciente foro patrocinado por la ONU pidió a los países ricos que condonaran la deuda externa del país para reparar así el daño que le han causado a los afrodescendientes a lo largo de la historia.
¿Qué respuesta esperará la señora Márquez?, y sobre todo ¿de quién? ¿No sabrá ella que los tenedores de la deuda del país, más que otras naciones, son inversionistas privados que compran los bonos que emite la Nación, y que basados en la fortaleza o debilidad de quien emite, piden más o menos intereses por su inversión?
Esas peticiones, hachas para la tribuna, no hacen sino minar la confianza de los financiadores del Gobierno a través de la compra de sus bonos en los mercados externos. En la medida que una vicepresidenta haga esas solicitudes tan traídas de los cabellos, y la ministra Vélez, cuota de Márquez en el gabinete, siga con la insensatez de no permitir nuevas explotaciones de combustibles fósiles, quedaremos, muy sabroso, condenados al hambre y la pobreza. Que piensen mejor lo que dicen.
Jorge Londoño
Cursos de crecimiento para los gestores de paz
Señor director:
Resulta francamente triste ver la vida de seres humanos que no actúan como es debido en la sociedad, ya que de variadas maneras irrespetan a Colombia. Queda uno apabullado al ver la frescura de lechuga con la que se mueven los desavisados al implantar cuando les viene en gana bloqueos a la movilidad de vehículos de todo tipo, afectando gravemente a las familias y a la economía en todos los sentidos. Pareciese que no tienen conciencia de las grandes responsabilidades que todos tenemos de ser agentes de paz y armonía en la sociedad.
Esas gentes que actúan con esas nefastas proclividades, lo más seguro, sufren de serias inestabilidades emocionales. En mora está el Estado para que les preparen cursos intensivos de crecimiento personal a los díscolos, para así mucho después de haberlos educado y refinado, nombrarlos como gestores de paz. Hay que pulirlos con serias exigencias académicas. Lo contrario no es el deber ser, además de que no es justo.
Rogelio Vallejo Obando
El olvido de Santágueda
Señor director:
Causa indignación la forma en que el municipio de Palestina, y en particular el señor Mauricio Jaramillo, su alcalde, tratan a Santágueda. Antes era con sus omisiones, pues no se ve un peso de recursos públicos de inversión en esta zona, sino que hora les ha dado por actuar, otorgando unos permisos de uso del suelo que son francamente increíbles. A quién se le ocurre permitir una venta de pólvora, con todo lo que hay detrás del comercio de esa sustancia, en un contenedor sin las adecuadas protecciones de seguridad, en una zona verde que no está adecuada para eso. O de otra caseta para venta de comida, suponemos, en un sitio destinado a los peatones.
Bastante costó reubicar a los vendedores de frutas y comederos que sin las mínimas condiciones de higiene estaban al frente de Confa, y ahora, antes del puente sobre el río Chinchiná se está repitiendo la historia.
Santágueda es una fuente muy importante de recursos para el municipio de Palestina y merece un mejor trato de la Alcaldía. Es inaudito el desdén con que el alcalde Jaramillo trata a esta, la zona turística más importante del departamento. Ojalá se tome atenta nota del grupo político al que pertenece ese señor, para no cometer el error de mantenerlos al mando en las elecciones del año entrante.
Olga Salazar