Migrantes sí, pero buenos

Señor director:

Todos los seres humanos tenemos el derecho a dejar nuestro país para buscar nuevos horizontes, aunque sea en tierras extrañas y lejanas con miras a tener una mejor calidad de vida, que traduce en bienestar. Todos los seres humanos tenemos derecho a dejar nuestras raíces y radicarnos en otros lugares soportando la xenofobia que aún subsiste y que es difícil de erradicar en algunas comunidades que siguen siendo cerradas y excluyentes.  

Es cierto que la mixtura de razas y comportamientos son factores difíciles  para una buena convivencia. Pero también es cierto que los migrantes, cuando son buenos, traen riqueza o ayudan a construirla, dan ejemplo con sus buenas costumbres, hablan de su  país de  origen. No se puede ignorar que muchos paìses desarrollados lo son, en parte, porque sus condiciones particulares están predispuestas para crear desarrollo y han sido aprovechadas con  ingenio, creatividad, inteligencia empresarial con la ambición de crecer y llegar a ser grandes en el contexto nacional e internacional. 

No se puede negar que los migrantes han aportado su vocación de trabajo con honradez y agradecimiento pensando y actuando con rectitud, porque así todos ganamos. Lo que no se puede aceptar es que muchos migrantes aprovechan las leyes internacionales que de alguna manera los protegen para salir como gitanos, a veces con menores prestados para despertar conmiseración y vivir a expensas de la generosidad de  personas que siendo buenas, terminan graduándose de incautas e inocentes.

Muchos zánganos terminan abandonando lo que tienen para dedicarse a “turistiar” porque les resulta más fácil, aunque no la pasen muy bien. Otros dicen ser perseguidos  y en sus países ni siquiera pertenecen a partidos políticos y tampoco han tenido ninguna participación, porque no han ejercido sus derechos con el voto. Otros nunca han trabajado y quieren vivir a expensas del Estado, exigiendo subsidios (limosnas políticas) y cuando no les satisfacen sus pretensiones, entonces “pasemos la frontera que allá es más bueno”.

Ni qué decir de quienes se dedican a vivir de la delincuencia,  la ejercen allá y donde llegan, porque esa es su profesión. 

Sí, que lleguen pero personas buenas, que ayuden a construir riqueza, desarrollo y prosperidad; no aquellos que se suman a la delincuencia, que harta tenemos, agravando los problemas de inseguridad en el país. Esos migrantes que se queden en su tierra y nos dejen en paz. Que lleguen sí, pero personas buenas. 

Elceario de J. Arias Aristizábal

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Migrantes sí, pero buenos