Se refugió en la escuela
Señor director:
El hogar de Michael es un campo de batalla. Los permanentes conflictos familiares son atizados por la pobreza, las drogas y el hambre. Su madre, víctima de esa violencia, solo tiene cerebro para entender su viacrucis, y sus hermanas han sido presa fácil de los proxenetas. Michael, hijo de esta familia disfuncional y huérfano de padres vivos, tiene la soledad, la angustia y la desesperanza como permanentes compañías. Su depresión, su tristeza y su odio los heredó de su hogar, y hoy es un sobreviviente de un lugar donde el conflicto, la violencia, y el desamor lo vieron crecer.
Siendo un habitante de la calle, por accidente, Michael llegó a la escuela en busca de afecto. Allí lo encontró y entonces se enamoró. Pero su estadía fue traumática desde que pisó por primera vez el aula. El inicio del año escolar se vio marcado por sus reiteradas ausencias, su apatía académica y su irreverencia e irrespeto hacia las autoridades. Sus desacertados comportamientos obligaban a la institución, con frecuencia, a enviarlo de regreso a su casa que, en realidad, era la calle. La vida para él se hacía más difícil por su dependencia de las drogas, los conflictos psiquiátricos y los reiterados episodios de suicidio que dejaban en sus brazos una huella imborrable.
Su silla en el aula estaba arrinconada, y cuando Michael la ocupaba, se hacía acompañar de su cómplice amigo digital, para aparentar mitigar su tristeza y “olvidar” sus penas. Siempre que se ausentaba, su mejor amigo, este sí real, también huésped de la escuela, lo rescataba de las calles, donde estaba delinquiendo y perdido en las drogas.
Como parte esencial del acto pedagógico, el discurso reflexivo y formativo del maestro estuvo centrado en él. Su persistencia tocó el corazón del adolescente y, aunque lentos, los resultados llegaron. Ahora el joven con una sonrisa en su rostro y, vestido de estudiante, respeta y ama su vida, renunció a la calle y a sus vicios, retornó al seno del hogar y a la escuela, salió de su escondite en el aula, levantó la cabeza para interactuar con sus compañeros, se inquieta por la clase con atención y respeto por el maestro, reconoce sus errores y se apresta para hacer realidad su compromiso de ir en búsqueda de su felicidad y la de los suyos.
Orlando Salgado Ramírez
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