La música y su vigencia
Señor director:
Con sugerencia generosa de un amigo se asume esta responsabilidad de escribir sobre la música de antes y la de los tiempos actuales. A pesar del argumento de que “las comparaciones son odiosas”, vamos a hacer un paralelo entre canciones que escuchamos el siglo pasado y las que cantan las generaciones de hoy. En principio, está en el ambiente definir cuál es la mejor, y, la discusión tiene tanto de largo como de ancho porque son los entornos socioculturales, las costumbres, la épocas y los gustos que finalmente determinan sobre lo que se escucha. Una balada, un tango, un bolero, una salsa o una de despecho pueden calificarse mejor que un reguetón, una bachata, un merengue o la metálica, o al contrario.
Veamos cinco ejemplos para reflexionar sobre una preferencia y valoración en la satisfacción que producen: “Sin rumbo alguno”, salsa del Conjunto Clásico; “Si te contara”, bolero de Tito Rodríguez; “Canción del soltero”, tango de Armando Moreno; “La bohemia”, balada de Charles Aznavour, y “Nadie es eterno en el mundo”, canción de despecho de Darío Gómez. Las letras, excelsas poesías de la música del pasado y sus arreglos, mueven la fibra sentimental de sus adeptos produciendo alegría y bienestar emocional. Ahora ejemplifiquemos con canciones de los adolescentes de hoy: “Pobre diabla”, reguetón de don Omar; “Propuesta indecente”, bachata de Romeo Santos; “Metálica”, de Masters Puppels. Cualquier análisis o reflexión para determinar el grado de preferencia está sujeto a las costumbres, al entorno social y familiar, adicionalmente de que cada época trae sus formas de hacer, desarrollar y potenciar a las personas.
La música es quizá la expresión cultural que más equilibrio psicoemocional produce en las personas, hace parte del arte que socializa costumbres de las regiones, países o continentes. Un bolero es característico de Cuba, México o Puerto Rico; un tango de los argentinos; una cumbia, una salsa o un vallenato de Colombia; un joropo de Venezuela, ..., y en estos términos aceptaremos los gustos de acuerdo con nuestra cultura. Existe también la elección solo desde los sentimientos, para ello un bolero queda bien, pero, hay quien desde su interior le gusta la fiesta y entonces decide sobre una salsa, una cumbia o un vallenato.
Refiero gratamente la letra de la canción “Macondo” interpretada por Rodolfo con Los Hispanos en la cual nos recuerda a García Márquez y su obra cumbre que le acredita el nobel de literatura; la letra inicia con la frase: “Los cien años de Macondo, suenan, suenan en el aire”, haciendo referencia directa a la obra, Macondo es el lugar ficticio en el que habitaba la familia Buendía. La canción alude también a “Gabriel Trompetas”, quien es el creador de la obra. “Diabla”, un reguetón de Romeo Santos nos ubica en las diferencias evidentes: “Yo puedo comerte como a ti te gusta/ Si solo te dejas querer/ En caliente yo voy por ti/ Mija aquí no muerdo, no se me asuste/ No hay tiempo qué perder/ Solo se vive una vez/”. Nuestras vidas están regidas por los entornos socioculturales que marcan una impronta con la cual se vive y determinan el curso de las realizaciones y forma de vida.
“Siempre la música fue el imán de mis sentidos”: Calderón de la Barca.
Rigoberto Escudero Osorio
La delincuencia le perdió el respeto a las autoridades
Señor director:
Acciones decididas con amor a las familias de Colombia, que hoy en día están sufriendo las inclemencias y espinas que trae la inseguridad, que está atentando brutalmente contra sus vidas, trabajo, empresas y sobre todo marcha normal y tranquila de la economía. Lo grave de todo lo que pasa es que pareciera que los delincuentes le perdieron el respeto a las autoridades civiles, militares y de policía. Los que irrespetan la Constitución, las leyes y en general las buenas costumbres vienen burlándose de los poderes públicos, de la institucionalidad de la apaleada Colombia. A los que delinquen no hay que darles concesiones con principios de oportunidad, ya que es de cruda injusticia con los seres humanos que se portan con integridad y respeto con Colombia. Todo el que atente contra la paz y tranquilidad de las familias y empresas debe recibir la sanción correspondiente. Lo sucedido el 8 de febrero en Bogotá es la tapa del congolo; que retornó el 8 de marzo, desluciendo con violencia el Día de la Mujer. El Estado no puede “dormirse” con la vigencia de la seguridad, porque sufre impacto la democracia. Y obviamente la convivencia pacífica entra en crisis. El preámbulo constitucional hay que cumplirlo con sus 8 variables, que no están allí de bonitas. Hay que darles vigencia real.
Rogelio Vallejo Obando