Un Estado corruptor de menores
Señor director:
He visto en estos días, en la prensa escrita y en otros medios, unos cuantos de los muchos análisis que se han hecho de los cien primeros días del gobierno actual. Peligrosísimo me parece, y fatal, que los colombianos nos plantemos con una especie de estúpida resignación y en un silencio tembloroso ante lo que está sucediendo…
Y quiero referirme a algo que debería poner en pie de lucha a todos los que queremos conservar una patria con fundamentos éticos y antropológicos; esa patria que nos legaron los mayores y contra cuyos fundamentos de cristiana orientación avanza la labor de zapa de sus enemigos. Me refiero al proyecto de ley 229, que cursa en el Congreso; se empezó a tramitar en el pusilánime gobierno anterior, y tuvo su origen en el partido Verde; ahora va ya a segundo debate, y ha recibido el visto bueno del gobierno de Petro, cuyos ministros de Hacienda y de Educación, ¡qué raro!, lo han avalado. Ese proyecto es, nada menos, un plan oficial estructurado y calculado para la más inicua corrupción de menores llevada a cabo, sistemáticamente, por el Estado. Busca, según reza su texto, “promover la educación integral en sexualidad en todos los colegios”; y para lograrlo, se fija dos objetivos : el primero, “romper estereotipos”…el segundo, poner en manos del Estado, arrebatándola a los padres de familia y a los educadores privados, toda la formación moral y afectiva de los niños y adolescentes. Los estereotipos que hay que raer son, por supuesto, el de una sexualidad basada en la ley natural que establece la dualidad de sexos, que ha de ser substituida por la aberrante multiplicidad que prohija la perversa ideología de género; la institución de la familia como Dios la ha establecido, con la que se pretende equiparar toda clase de uniones y de relaciones, aun las más extravagantes, anormales y pecaminosas; la maravillosa diferencia y complementariedad establecidas por la ley natural entre hombre y mujer; la sacralidad del cuerpo humano; la autoridad irrenunciable de los progenitores y su derecho a decidir sobre el tipo de educación que quieren para sus vástagos…El malhadado proyecto establece como obligatoria para todos los establecimientos de educación, públicos y privados, la adopción de esas líneas educativas; si un colegio privado se negare a adoptarlas, se le prohibirá impartir educación sexual; los profesores de la “asignatura” de educación sexual tendrán que ser obligatoriamente formados por el Estado y no podrán ser escogidos por el establecimiento sino nombrados por el Ministerio; la educación sexual, óigase bien, no podrá impartirse a la luz de una ética, una moral determinada o un sistema religioso. ¿Quién no ve lo que hay detrás de determinaciones como éstas? Se pretende violar descaradamente la autonomía de los padres de familia y de los colegios privados.
Lo reitero: frente a todo esto, deberíamos ponernos en pie todos los que nos sentimos aún llamados a cuidar a nuestros niños y adolescentes; debería levantarse la voz de prelados, sacerdotes y pastores de toda confesión religiosa; la de los legisladores y políticos católicos contra los vocingleros del ateísmo y la amoralidad marxista; la de los padres de familia y los educadores cristianos, contra la acción ponzoñosa de Fecode; la de los colombianos de verdad contra un proyecto de ley que es corruptor y mefítico. ¡Tenemos que atajarlo!
Mario García Isaza
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