Escalas eclesiásticas
Señor director:

La p. Educación, 10 febrero, dice que a monseñor Juan Manuel González Arbeláez lo nombraron arzobispo de Manizales. En realidad fue nombrado obispo, porque Manizales no era arquidiócesis sino diócesis. Cuando la diócesis fue elevada a la categoría de arquidiócesis, el obispo de ese entonces, monseñor Luis Concha Córdoba, fue elevado a la dignidad de arzobispo, el primero de la serie.
La diócesis de Manizales pasó a ser arquidiócesis al crearse las diócesis de Pereira y Armenia, sufragáneas (subordinadas relativamente) de Manizales. Con respecto a las sufragáneas la arquidiócesis es la metrópoli, y el arzobispo es el metropolitano.
El conjunto formado por la metrópoli y las sufragáneas se denomina provincia eclesiástica. Actualmente esta provincia abarca también a la diócesis de La Dorada-Guaduas.
Atentamente,
Observador católico


Lunares que no faltan
Señor director: 

- “… mesas u ( y ? ) y enceres (S) son transportados…”. Enero 22
- “... y reconociendo la potestad del Gobierno en delineamientos (?) de la educación …”. Enero 30 pág. 6
- ... siempre buscando adoptar (¿adaptar?) los mejores espacios …”. Enero 30 página 6
- “… hoy cuando los poderes son el pivote (?) son más importantes que antier (¿anteayer?) …”. Enero 30 pág.6
- “… la tutela educativa para sus hijos, sin menospreciar (?) …” Enero 30 pág.6
- “… porque la democracia no termina en un bang (?) … 
“ Enero 30 pág. 6
- “… por un desplazamiento de los vientos lisos (¿alisios?) … Febrero 8 pág. 8
- “…… el equipo del Brasil por él (¿el?) que los estudiantes …” Febrero 9 pág. 8
- “… dejar pasar ese momento álgido (?) …” Febrero 10 pág. 7
- “… y por Wayús/Wayúes (?) …” Febrero 11 pág. 17
Elceario de J. Arias Aristizábal.


Exigencias para conductores
Señor director:

Qué bueno que ahora, que sí hay un alcalde ejecutor y serio en la ciudad, y que hay suficientes y activos agentes de tránsito, se les exigiera a conductores de busetas, y porqué no de taxis, lo elemental: que ocupen las bahías y solo las bahías, y/o que se orillen a recoger o bajar pasajeros, ya que lo habitual es que paren en todas partes y en mitad de la calle, a riesgo de que el usuario sea atropellado por una moto -trampa mortal- enlenteciendo aún más el tráfico, en una ciudad como la nuestra, de pocas avenidas, espacios muy reducidos y llena de kamikazes motorizados sin Dios ni ley.
En países serios, en los que el ciudadano vale y se respeta como lo más importante de una sociedad, los pasajeros saben de antemano que el servicio público solo está disponible en ciertos sitios. Educar o exigirles a los conductores de busetas o a sus dueños este cambio no vale nada y podría de contera educar al usuario y hacer la diferencia, en una ciudad que se precia de ser educada y cívica.
Felipe Marulanda M.

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