50 años en una discusión de bobos
Señor director:
Por estos días de agitación política local y nacional se destaca el hecho de que el aeropuerto Matecaña, que sirve a Pereira, cumple 80 años de operaciones. En ese momento, siendo un incipiente pueblo que contaba apenas con 150.000 habitantes, lograron por sus propios medios y pocos recursos construir un campo de aterrizaje con una pista de 1.800 metros de longitud. Pereira en ese entonces dependía administrativamente de Manizales, capital del departamento de Caldas, escenario en esa época de la consolidación de grandes empresarios nacionales e internacionales y centro bancario, no solo de la región, sino del país. Fue hasta 1966 que Caldas, Risaralda y Quindío se convirtieron en departamentos individualmente, siendo el aeropuerto Matecaña ya un centro de operaciones importantes de empresas como Avianca, SAM y Aerocondor.
Manizales por su parte empezaba a depender exclusivamente de un servicio de aerotaxi a través del aeropuerto La Nubia, ante la lenta extinción del aeropuerto de Santágueda, que cesó sus operaciones en 1978, aunque eso realmente sucedía desde 1969 al empezar a ser absorbido por el mismo aeropuerto Matecaña, donde Avianca ya operaba sus modernos aviones Boeing 737 y 727. Esta breve reseña histórica es para ilustrar nuestro letargo, incompetencia, incapacidad y hasta irresponsabilidad con las generaciones futuras, en no ser capaces de construir un aeropuerto que atienda las necesidades de movilidad que exige el mundo moderno. Son casi 50 años enfrascados en una discusión de bobos, en la cual hemos debatido infructuosamente, sobre la necesidad o no de ese tipo de obras de infraestructura.
Que no hay mercado, que somos pequeños, que no hay plata, cualquier cantidad de disparates que nos siguen llevando por el mismo camino de parsimonia eterna. Para no hacer sino alusión a una de nuestras necias observaciones, hoy todavía hay manizaleños convencidos de que para tener un aeropuerto se debe tener un mercado. No entienden que los aeropuertos no se integran a un mercado; por el contrario, construyen uno, se aprovechan del mismo y en conjunto crecen en el futuro; esa premisa de sentido común no se entiende.
Enero de 2024, inicia su período un nuevo alcalde en Manizales, que repite en el cargo y ocupó el Ministerio de Transporte hace pocos años. Valga la pena advertir que ni en una ni en otra de las responsabilidades mencionadas aportó a la construcción de un aeropuerto en Manizales. Llega a tratar de resolver miles de problemas que dejan las corruptas e ineficientes últimas administraciones municipales; encuentra que la responsabilidad del aeropuerto está en cabeza de una Gobernación de Caldas, que igualmente inicia funciones, pero de la cual poco se puede esperar, al ser una extensión política y burocrática del Gobierno demagogo y mentiroso de Gustavo Petro, y que definitivamente no apoyará la construcción de un aeropuerto en Manizales. ¿Estará a la altura Rojas como para superar años de habladurías del sector público y privado de la ciudad en torno a la construcción de un aeropuerto para Manizales?
Pedro Felipe Bonivento Correa
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