Enseñar a perder
Señor director:

En un artículo de hace un tiempo, expresé que uno de los conceptos que me había gustado comprender es el de “vulnerabilidad” aplicado al ser humano. Este concepto se lo escuché al papa Francisco, en Bogotá, cuando le preguntó a una joven quién era el único ser que no era vulnerable. La joven dudó un poco, pero ayudada por los que estaban cerca respondió: Dios. Todo ser humano es vulnerable. 
Esto quiere decir que el ser humano puede enfermar, tener un accidente, puede cometer errores, embarrarla, realizar cosas indebidas etc.
Recuerdo haber escuchado las siguientes palabras que dejan claro la vulnerabilidad humana. ¿Y qué recuerda de su fallecido padre? Fue un excelente papá, muy respetuoso y cumplidor de sus deberes. Y la esposa igual: excelente compañero en todo sentido. Este hombre fue hallado muerto en una casa de encuentros homosexuales. ¿Qué había pasado? Los humanos somos imperfectos de por sí. También lo escribí: muchas veces los padres educan a sus hijos exigiéndoles perfección en todo lo que son y hacen. Pretendemos de pronto que la perfección sea su modo de proceder. Pero ahí hay un riesgo, que es preparar a un ser humano a sentirse culpable cuando actúa de un modo equivocado, y con un sentido de culpabilidad que puede ser enfermizo. Por eso hay una exigencia en el plan educativo de los hijos: enseñarles a perder. Perder es una condición muy humana, que forma parte de la verdadera sabiduría, como también es verdadera sabiduría aprender a aceptar aquello que no podemos controlar.
Recuerdo sentirme satisfecho con las entrevistas con los padres de familia que salían tranquilos y positivos de mi oficina, después de informarles que su hijo o hija había perdido el año académico. Les decía: perder un año es una experiencia que puede ser muy positiva, si logramos que el estudiante se apropie de su derrota y saque de ella las mejores conclusiones. No es una tragedia perder. “Perder es ganar” decía el técnico Maturana. De modo que ahí tenemos un excelente reto, originado en el concepto de vulnerabilidad que implica perder y no lograr lo que se pretende. La oración “Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia” está también ubicada en este contexto de enseñar a perder. Todos tenemos el reto de aceptar nuestras fallas y errores, en especial una aceptación emocional, que nos conduce a afrontar nuevos retos con criterio de superación y buen vivir. En psicología juega un papel muy importante el tema de la aceptación. Se busca el bienestar emocional del ser humano, lo que exige ser conscientes de nuestra vulnerabilidad, nuestra natural imperfección, saber que somos perdedores en muchas instancias de la vida y que debemos continuar adelante luchando por nuestros sueños, ideales, objetivos de vida. He aquí, pues, una exigencia para un plan educativo verdaderamente humano, tanto de la familia como de la institución educativa: enseñar a perder.
Alirio de los Ríos Flórez
 

Sección
Fecha Publicación - Hora