Nomofobia: la enfermedad letal y silenciosa de nuestra era

Señor director: 

La nomofobia es el miedo irracional a estar sin teléfono móvil o a estar incomunicado por falta de internet. Esta adicción, que ha ido en aumento en los últimos años, despierta a temprana edad y está alcanzando proporciones alarmantes en nuestra sociedad contemporánea. Como lo ilustran los trágicos casos de Lizet y Cristian, la nomofobia puede tener consecuencias devastadoras.

El regalo de quinceañera que ella nunca imaginó fue un celular, por ser una niña ejemplar. Pero sus responsabilidades escolares durante la pandemia, en pleno confinamiento y lejos de sus amigos, terminaron refugiándola en él. Las alarmas se encendieron cuando la alegría de esta adolescente tierna y carismática, confidente de su madre y modelo a seguir en su clase, se fueron diluyendo. Por su comportamiento cada vez más difícil, su madre le retiró el celular, y este episodio fue suficiente para que Lizet, en una reacción silenciosa, decidiera ingerir una fuerte dosis de veneno que la llevó a un desenlace fatal. 

Cristian corrió con mejor suerte. En un estado de locura incontrolada, golpeó a su madre y la lanzó al piso. Frustrada, rabiosa, triste, desolada, deprimida y ansiosa, ella entendió que el celular era la única compañía deseada por su hijo y que estaban agotadas todas las estrategias domésticas empleadas para rescatarlo de su adicción. Buscó ayuda profesional y gracias a su trabajo con el psicólogo, Cristian fue arrebatado de las garras de la muerte. Ahora el joven deportista, que se privó de subir al podio por su adicción, se encuentra en una fundación sanándose de las heridas causadas por la entrega enfermiza a las pantallas. La presencia de un experto es indispensable cuando las estrategias en casa son insuficientes. 

Los niños y adolescentes como Cristián y Lizet cambian radicalmente cuando ceden su juventud y autonomía a los dispositivos electrónicos. Duermen poco, abandonan sus responsabilidades y se olvidan de sus proyectos; caen en la trampa de una vida sedentaria, solitaria y silenciosa; renuncian al encuentro presencial, mienten y engañan. Una señal inequívoca de la adicción se presenta cuando la agresividad por abstinencia toca a la puerta. En esta etapa, la dependencia penetra hasta las entrañas de su ser y los acorrala, los manipula y los esclaviza. 

La naturaleza audiovisual de los niños los hace especialmente vulnerables, y convierte el celular en su juguete y pasatiempo predilecto. La vulnerabilidad en los infantes es mayor cuando los dispositivos son usados como señuelos para obtener de los padres el permiso para usarlos. Por sus compromisos laborales, madre y padre están sin energía para atender las necesidades emocionales de sus hijos y responder a sus preguntas y juegos. Esta falta de atención resulta casi siempre en la entrega del dispositivo, a veces de regalo, como medio para calmarlos, un error agravado cuando los niños cargan con antecedentes de maltrato, abandono o abuso sexual en el entorno familiar. Estas situaciones son una señal inequívoca de que el mal está en el hogar y no se debe subestimar; por el contrario, debe ser atendido con urgencia. 

Orlando Salgado Ramírez

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