La magia de la poesía
 Señor director:

 Para leer poesía
se requiere vocación,
no cualquiera entendería
por gusto y por afición.
 La poesía (griego potesis), arte de hacer versos (muy prosaica), armonía, inspiración, elevación de ideas o de estilo, carácter de lo que eleva el alma. Es el placer que se experimenta, la elevación de espíritu, la inefabilidad que se siente cuando se lee y se entiende al saborear la belleza sublime de versos encadenados en una sarta o cadeneta de sensaciones estéticas e intelectuales en un éxtasis de placer subliminal.  
No todos los seres humanos tenemos la virtud de leer y entender el mundo misterioso, fantástico y arrobador que guarda en su interior la poesía. Sin exagerar es considerada por quienes destilan conceptos de profundos análisis que los poetas son los mensajeros
de la creatividad y la belleza. Algún hipersensible fanático del género poético, llegó a expresar que los poetas son “los pequeños dioses de la tierra” (Hipérbole, egos superinflados, conceptos superdimensionados ) Hhmm… no sabemos.
La poesía, tiene sus encantos, su toque mágico y la suavidad de un terciopelo para deslumbrar y atrapar con deleite y frescura a los más finos catadores intelectuales con la rica ambrosía de sus versos y sus magnéticos abrazos de embrujada belleza.       
Sus mensajes, envueltos en luminosos papeles de regalos navideños, son enriquecidos con la subjetividad y con la polisemia que habitan en el interior de los lectores quienes con avidez y destreza intelectual, interiorizan los múltiples mensajes que posibilitan volar sin límites en el mundo de la imaginación de quienes están dotados de grados superiores de sensibilidad.     
La poesía, es una doncella juguetona y versátil que juega al escondrijo con los lectores mostrándoles muchas posibilidades de interpretación  e interpolación, lo cual también convierte al lector en el rol de poeta con su imaginario de perspicacia para tratar de desentrañar el mensaje  más aproximado enviado por sus autores como juego mental que hace parte de la ingeniosa policromía de acertijos en el mundo imaginario de la subjetividad.
Te encontré en un camino
lleno de espinas,
de espinas dulces
que sembró el rocío
dulce rocío de encantos
y de plumajes verdes
que destruyó sin compasión
tu corazón y el mío. 
Para muchos, quizás no sea sino un juego más de palabras que tratan de hilvanar con cierta armonía la tersura de versos con significados sin trascendencia, pero, para otros, podría ser la belleza exterior adornada de abigarrado ropaje que resulta interesante al tratar de decodificar exegéticamente con el mensaje sugerido por el autor.  
Lo que sí es discutible es que no todos tenemos el carisma para leer poesía, entenderla y disfrutarla saboreando su exquisito sabor apreciado por catadores fuera de lo común, porque controversial o no, la poesía es el súmmum y la quintaesencia de la literatura. De ahí que los poetas no tengan tantos adeptos como sí los tienen otros géneros literarios.
Cordialmente
Elceario de J. Arias Aristizábal

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