Navidad en blanco y negro
Señor director:
Las noches y los días se llenan de euforia, anunciando que llega la Navidad. Navidad que se repite cada año en el mes más artificioso y colorido del año. Es el mes en el cual florecen las fastuosas luces en la faz de la tierra y en las conciencias de los seres humanos. Esas luces que siendo físicas, simbolizan las luces de la esperanza para quienes la esperanza se les ha muerto, pero que tienen la capacidad de resucitar con el colectivo imaginario. Ese inmenso deseo de iluminación, no es más que deseos reprimidos de liberación de las frustraciones acumuladas de todo un año a veces con extremas limitaciones tratando de flotar en el inmenso océano de carencias y vicisitudes. No es más que una época en la cual se abren las puertas del presente para cerrarle las puertas al pasado, tratando de apagar con luces, la sucesión de días que han muerto en el ineficaz mundo de una siembra sin cosecha y a veces llena de frustraciones y de dolores irreparables. Es el final de una oscura noche para muchos, noche que termina con los faroles apagados por la falta de oportunidades en un enorme viñedo que sólo produce inmensas cosechas para quien tiene el privilegio de ser los amos absolutos en el edén de quienes son los eternos dueños del poder. Florecen ramilletes de solidaridades pasajeras en las ramas secas del arrepentimiento, enormes racimos de buenas intenciones para brindar a quienes alimentan estelas de esperanzas en el desierto de una noche sin fin con sus anhelos de vivir en una tierra más justa y equitativa para todos. El inconsciente de los inconformes estallan sus escasos recursos económicos con artefactos estridentes en los oídos sordos de quienes supuestamente son los culpables de sus marginamientos, en una sociedad de alegorías que es la campeona en excluir a muchos y llenar de privilegios a unos cuantos, porque así lo ha señalado la ley del destino, porque para que una sociedad sea dinámica, tiene que existir la ley de los contrarios, los polos del antagonismo, el desnivel de la desigualdad. Luces de colores y figuras que llenan el firmamento de estelas ilusorias con los juegos artificiales desapareciendo en segundos, dando paso de nuevo a una noche dormida en las tinieblas de una injusticia sin fin. Villancicos pegajosos que inundan de mensajes con sabor a inocencias literarias difundiendo cantos que se quedan en la epidermis de una sociedad sin mayores compromisos de solidaridad y de compromisos con la equidad y con la dulce serenata del amor; árboles de navidad florecidos con sonrisas de alegría cargados de regalos que alegran instantes fugaces para luego apagarse en la indiferencia de unas tinieblas que no desaparecen, porque esa es su naturaleza , manjares que llenan por fuera, dejando ansiedades permanentes en el vacío de lo intangible, infinitudes que sólo existen en el hipotético mundo de los sueños. Luces de colores que desde octubre empiezan a iluminar las fachadas de las casas inundando de sonrisas artificiales el entorno, cuando quizás en el interior de su corazón, brilla la incertidumbre de una montaña de frustraciones, de sueños truncos talados por la falta de solidaridad y convivencia con sus prójimos, veleidades que se mueren en la noche de sentimientos anestesiados por la indiferencia,…
Interiorizando el verdadero sentido de la navidad, ¿ No será que todo ese mundo de fantasías, de artificialidades, de sugestivos colores, de supuestos desbordes de euforia, de magnanimidades pasajeras, de románticas mea culpas, de esporádicas intenciones de cambio, de compromisos profundos de transformación, deberían convertirse en profundas realidades de compromisos para construir un mundo mejor sobre la base de la JUSTICIA Y LA EQUIDAD ?.
Cordialmente
Elceario de J. Arias Aristizàbal
Sección
Fecha Publicación - Hora