Villamaría la hidalga
Señor director:
Rememorar las vivencias de la niñez y adolescencia hace parte de las agendas de nosotros los mortales, en nuestro caso ésta etapa se recorrió de manera significativa por Villamaría, pues, gracias a la generosidad de un hijo de la tierra, el capitán de aviación Jaime Duque Grisales, muchas familias de Villamaría y Manizales, accedimos a los estudios de bachillerato de manera gratuita, favorecidos por un mecenas y filántropo. El año 1968 fue el punto de partida con el requisito del año Preparatorio, previo al primero bachillerato, año que cursamos en una casona cuyas puertas y ventadas pintadas de color amarillo resaltaban en el entorno. Nosotros llegábamos a las 7am desde Aranjuez, recorrido que hacíamos a pie para cumplir rigurosamente con el horario escolar y las dos jornadas, que eran a mañana y tarde. Recordamos aquella casona amarilla que nos acogía para recibir nuestras clases y ser el punto de partida para la gran institución educativa Jaime Duque Grisales, que ha visto desfilar promociones de bachilleres que han desarrollado actividades como ciudadanos de bien. Mencionar los profesores y directivos que han llevado por buen rumbo la Fundación Jaime y Yolanda, es pertinente, empezando por su primer director don Balmore Ruiz, un hombre sencillo y ecuánime que supo guiar los inicios; profesores como Uriel Cardona, Augusto Arroyabe, Constantino Carmona, Mario Giraldo y Alberto Baena idóneos en sus saberes nos permitieron avanzar hasta los últimos grados, donde nos encontramos con profesores calificados contratados por la Fundación y quienes también ejercían la docencia en otros colegios de Manizales, principalmente en el Universitario, entre ellos Álvaro Martínez rector, Rafael Otálvaro, Jesús Arias, Daniel Urrea, Jaime Ortiz, Dario Jaramillo y Mario Jiménez. Para grado diez y once la rectoría era ejercida por el sacerdote Ernesto Ramírez Gómez. Lugares que dejaron huella en la Villamaría fueron la cancha de fútbol contigua a las Granjas infantiles donde vimos jugar excelentes jugadores como los hermanos Calderón, Jorge ´Caloreo’, Montanini, ‘Finca’, Jimmy Aristizábal o Hardanny Ramírez, tal vez el mejor. De los equipos en las categorías infantiles y juveniles recordamos al Millonarios de Oscar Llano, el Gornik de ´Caloreo´, que tenía excelentes jugadores, seleccionados por Villamaría o Manizales, entre otros Arcadio y Eugenio Muñoz, los Quiceno, ‘El Flaco’ Reinel Ramírez, Jorge Valencia ‘Chunchi’, Hernán Parra, Oscar Marino un buen portero. Las discotecas que funcionaban alrededor del parque: Dino Rojo, Las Palmas, Bucarica y otras eran frecuentadas por gentes de Manizales. El bar de don Olimpo Ramírez “Mi cabaña”, donde diario pernoctábamos, luego del almuerzo en el restaurante escolar de la Fundación que funcionaba en los bajos de la residencia de la familia Peralta Duque, allí nos reuníamos para un breve descanso antes de regresar a cumplir con la jornada de la tarde. La emisora Radio Sintonía que funcionaba arriba de la alcaldía era de gran acogida por la música romántica de la época. La tienda de don Pastor Aristizábal y una panadería de un señor Javier Giraldo, cercanos a la cancha, eran lugares que frecuentábamos, sobre todo la panadería, pues el señor Giraldo cometía el error de fiarnos y además sus dos hijas nos daban buenas sensaciones. La casona donde funcionaba el colegio Gerardo Arias, una cuadra abajo del parque, nos causaba buena impresión y nos da regocijo ahora verla conservarse como antaño.
Frase: “La memoria, una alternativa que trae las vivencias para solaz de las emociones”
Rigoberto Escudero Osorio
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