La Virgen del adviento
Señor director :
Prácticamente en todos los escritos pastorales que se refieren al tema, como en las catequesis radiales y en las homilías, se establece una relación profunda y fuerte entre la solemnidad de la Inmaculada Concepción y el tiempo de Adviento.
Esa relación así entendida y predicada es pura coincidencia, no es un nexo intrínseco sino algo que viene a juntarse pero sin que lo uno tenga que ver con lo otro. La Concepción Inmaculada se fijó para el 8 de diciembre no porque sea preparación directa a la Natividad del Niño sino porque esa fecha corresponde a los nueve meses que antecedieron al Nacimiento de María, que se ha celebrado el 8 de septiembre desde hace siglos. La Inmaculada se determinó para el 8 de diciembre apenas en 1854. Los nueve meses que transcurren de diciembre a septiembre son los que corresponden al embarazo, en este caso al que alegró tanto a Santa Isabel y a San Joaquín.
¿Cuál es entonces el vínculo litúrgico que liga al Adviento con la Santísima Virgen? El vínculo es patente en la liturgia del domingo tercero de este tiempo, tanto en las lecturas bíblicas de la Misa como en las oraciones de la misma, y en todo el Oficio Divino de la domínica. Ese nexo se enriquece y se sigue mostrando en la segunda parte del Adviento, las ferias privilegiadas, y aparece con claridad en la Misa y en la Liturgia de las Horas, particularmente en la feria missus est (“fue enviado” el ángel Gabriel a María), o sea el día 20 de diciembre.
El puesto y el papel de la Madre del Salvador en el tiempo de Adviento no dependen del 8 de diciembre sino del desenvolvimiento de este tiempo, como lo explica admirablemente el autor Emmanuel Flicoteaux en su libro Espiritualidad del año litúrgico, una verdadera joya.
Manizales, 7 de diciembre de 2023
Padre Jaime Pinzón M.
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