El peor de los fanatismos
Señor director:
Más que posible, es por lo menos probable, si no completamente cierto y seguro: el fanatismo religioso.
En efecto, casi todos los fanatismos, extremismos y fundamentalismos dan la importancia soberana, el primer puesto, a valores parciales, limitados, al fin y al cabo caducos: la política, el deporte, la raza, la nacionalidad, la profesión u oficio, la inteligencia, la hermosura, la valentía, la pericia, la experticia, la malicia, etc., etc.
Pero el extremismo, fundamentalismo y fanatismo religioso elige como valor máximo y absoluto, ilimitado, primero en la serie de los principios y último en la cadena de los fines, el valor que en realidad es el supremo, Dios, el valor de los valores.
Ahora bien, ese valor que es Dios hay que tomarlo como el propio Dios quiere que lo tomemos, no del modo como los humanos, limitados, falibles y pecadores resolvamos tomarlo. Y lo tomamos de manera sesgada, desequilibrada, equivocada, enrevesada, ciega y abusiva, lo cual es la antesala del fanatismo.
Ocurre con esto como con la lengua, que según la fábula de Esopo es lo mejor y lo peor: lo mejor porque con ella alabamos a Dios y elogiamos a los hombres; lo peor porque con la misma lengua maldecimos a Dios y quitamos la honra a los hermanos.
Atentamente,
Un profesor
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