Más que aberrante, sencillamente criminal: el “derecho fundamental” a matar
Señor director:
Recientes decisiones de la innombrable Corte Constitucional, establecen ahora que el asesinato de los no nacidos, hasta las veinticuatro semanas de vida, y al menos en los casos que tiene en cuenta la sentencia C-55 de 1922, constituye un derecho fundamental, que cede ante otros pretendidos y muy discutibles derechos y prerrogativas de la mujer. Y peor aún: abren la puerta a la posibilidad de que, incluso después de esa edad, la madre pueda pedir o provocar la muerte de su hijo. Con esta decisión, adoptada por cinco votos contra cuatro…la innombrable se desdice vergonzosamente de dos sentencias anteriores, la T-430/22 y la T-158/23. Y ayer, 15 de octubre, El Espectador, en su editorial, asienta, presentándolo como un gran logro, el hecho de que ahora, gracias a la corte, el aborto libre ya no encuentra obstáculos en esta patria progresista y moderna…
¿Cómo callar ante atrocidad semejante? Deberíamos todos los que creemos en Dios, los que defendemos la vida como el primero e inviolable derecho fundamental del ser humano, los que sentimos el deber de exigir que se respete la Constitución de la patria, los que entendemos que existe una ley natural que es ley de Dios, autor de la naturaleza, los que nos estremecemos ante las descabelladas y aviesas decisiones de nuestros togados, y, simplemente, los que hoy nos sentimos afligidos ante el avance demoledor de unas instituciones que vienen arrasando con todos los valores éticos y cristianos de la sociedad, deberíamos, digo, levantarnos en masa, y elevar una protesta clamorosa y enhiesta contra la barbarie que pretende establecer la siniestra constitucional. ¡No, mil veces no! El infanticidio, porque eso es el aborto, no es, no puede ser, no será jamás un derecho. La Constitución colombiana afirma la inviolabilidad de toda vida humana. El artículo 4 de la Convención Americana de Derechos humanos reconoce el derecho a la vida desde su concepción.
“El aborto es un delito abominable, y constituye siempre un desorden moral particularmente grave; lejos de ser un derecho, es más bien un triste fenómeno que contribuye a la difusión de una mentalidad contra la vida” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 233)
“La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el primer momento de la concepción…”. La Iglesia ha afirmado siempre “la malicia moral de todo aborto provocado; esta enseñanza no ha cambiado, permanece invariable”… “La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave”… “El derecho inalienable de todo ser inocente a la vida, constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación” (CEC, 2270-74) La doctrina de la Iglesia católica, sintetizada en estos breves textos, ha sido explicada, ratificada, sostenida en forma nítida, sin dejar la más mínima duda sobre sus alcances, por el magisterio de los últimos Papas, que se han pronunciado en forma paladina para oponerse a la deletérea corriente abortista que pretende negarles a los más indefensos entre los indefensos su primer derecho: el de vivir.
Atentan, pues, contra Dios y contra la humanidad, y violan la Constitución (artículos 11 y 44) los magistrados que dictan tales sentencias y le atribuyen el carácter de derecho al asesinato de los nonatos; y lo hacen también los legisladores y los jueces que prohíjan tal aberración. ¡Dios los confunda!
Mario García Isaza
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