El levísimo conocimiento del arte del repentismo
Señor director:

Para quienes amamos el arte del repentismo en todas sus modalidades, nos es muy fácil comprender el destacado papel que cumple la trova, como una de las expresiones culturales mayormente arraigadas en nuestra sociedad. Pero, por el contrario, para quienes desafortunadamente no tienen un buen conocimiento sobre lo que es la trova como expresión artística y cultural, esta manifestación poética no tiene relevancia alguna desde lo gramatical, literario o semántico, y su desdén por ella, pasa por desconocerla en todos los ámbitos culturales, asociándola más, con una práctica burda, expresada o practicada por gente de escasa cultura; y quizás, de estratos bajos socioeconómicamente hablando.
La Trova, esa composición poética que tan alegremente se canta, es la reina de tantas y tan diversas modalidades que conforman el arte del repentismo en nuestro medio. Por ende, quien la practica, debe ser alguien con vastos conocimientos en las más diversas materias, para poder lograr con su arte, darle el mejor trato a un determinado tema, con la profundidad que este requiera y que el contrincante permita, para ilustración y deleite de quienes escuchan, logrando de estos, no sólo su mayor atención, sino a la postre, una gran admiración por lo realizado durante la presentación.
Los trovadores deben ser -y lo son en su mayoría-, personas ilustradas, que poseen la magia de la improvisación, y una cultura diversificada que les permite abordar con solvencia, el tema que se les imponga en cualquier escenario de la vida.
Por lo anterior, manifiesto mi rechazo, al no poder compartir lo expresado por la respetada columnista Adriana Villegas Botero, en su artículo publicado en el diario LA PATRIA, calendado al 8 de los corrientes mes y año, bajo el título “La insoportable levedad de los políticos”, donde no pudo ocultar las sensaciones en contra de los diferentes candidatos a burgomaestre local y a ocupar la gobernación del departamento, pero no nos dejó en claro, si “la pena ajena y la desazón” que sentía, iba direccionada hacia el actual alcalde de Manizales, al Instituto de Cultura y Turismo de la ciudad, o más bien apuntaba hacia los trovadores intervinientes en dicha Feria, porque a decir verdad, con lo expresado por ella en la citada columna y su fenomenal remate, pareciera dejar entrever, la vergüenza que deberíamos sentir todos, al ver aparecer unos trovadores en plena Feria del Libro, como si se tratase de la expresión más vulgar, en un evento cultural de altura.
Respetuosamente,
Nelson Marín Franco

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