Nicaragua Vs. Colombia: habla un aguafiestas
Señor director:

“Una sola debe ser la patria de todos los americanos”, escribió el Libertador Simón Bolívar, si no recuerdo mal, en 1813 (¿Carta de Jamaica?). Y añadió: “América así unida -si el Cielo nos concede ese deseado voto- podrá llamarse la reina de las naciones y la madre de las repúblicas”.
 Más allá -como suele ahora decirse- de los títulos que se derivan de los límites políticos trazados en el continente por el Imperio Español durante la época colonial, se impone un hecho de bulto, incontrastable: el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina se halla muy lejos del territorio continental de Colombia y muy cerca del de Nicaragua. Desde el punto de vista geográfico el archipiélago pertenece al hermano país centroamericano. Y la geografía es criterio fundamental, decisivo y decisorio.
El Tratado Bárcenas-Esguerra de 1928, que fijó los límites territoriales y marítimos entre las repúblicas de Nicaragua y Colombia, fue denunciado con toda la razón por Daniel Ortega cuando él llegó a la presidencia de su país, al frente del triunfador Movimiento Sandinista de Liberación Nacional (¿en 1979?). Con toda la razón porque cuando se negoció y se firmó dicho tratado Nicaragua estaba ocupada por la fuerza militar de Estados Unidos, no era un estado independiente y soberano; eso fue algo fáctico, una realidad imposible de negar.
Hoy en día Nicaragua está “en la inmunda”. Además de ser un país pequeño (y no constituir parte de la otrora América Central), es pobre y además se encuentra acoyundado por una dictadura oprobiosa, por un régimen totalitario que encarcela a la oposición, destierra a los principales dirigentes, cierra los medios de comunicación, inhabilita a los políticos más descollantes y persigue y martiriza a la Iglesia Católica. Nicaragua está “en la olla” por culpa del movimiento sandinista, igual o peor que el gobierno de los Somozas, sometida y vejada por el sátrapa Daniel Ortega y por esa bruja Rosario Murillo.
Colombia está llamada a dar un ejemplo a América y al mundo, un ejemplo de solidaridad americana: ceder la soberanía del archipiélago a Nicaragua, a cambio del reconocimiento de derechos y facilidades de pesca, comercio y turismo en las islas y en las aguas adyacentes. En cuanto al pueblo raizal, no es tan colombiano como se cree ingenuamente entre nosotros. Ni tan nicaragüense como se piensa en Centroamérica. Es un pueblo caribeño, es algo así como los indígenas que viven y se mueven en la Guajira colombo-venezolana. Se requiere un estatuto especial para los raizales del archipiélago, de modo que sus derechos sean respetados por Nicaragua.
Sé que con esta propuesta seré considerado como traidor a la patria, digno de ser condenado  a la pena capital o castigado con la cadena perpetua en el presidio, pero la conciencia me dice que soy ciudadano, no exclusivamente de la amada Colombia, sino -aun por encima de ella- de América (toda entera, Hispanoamérica, Iberoamérica, Latinoamérica, el Norte del continente y el Caribe). Y de todo el mundo. Tendré entonces que pagar escondedero a como dé lugar, y de qué manera.
Jaime Pinzón Medina  

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