¿Por qué migrar hacia las energías limpias?
Señor director:

El pasado 6 de octubre se realizó en mi institución educativa una actividad pedagógica llamada “La muestra científica”. Los estudiantes socializaron sus proyectos, algunos con cierto grado de invención, y llamó la atención que el 30 % de estos se focalizaran en energías alternativas.
El discurso estudiantil se centró en la necesidad de dejar atrás los combustibles carburados y migrar a otras fuentes no contaminantes de energía para detener el deterioro ambiental y el calentamiento global. El pensamiento ecológico de los jóvenes, heredado de la escuela, está haciendo carrera y coincide con el llamado a la reflexión de algunos líderes mundiales de países que han tomado la delantera y comenzaron a recorrer el camino de migración a energías limpias. De hecho, algunos países europeos han legislado para que a partir del 2030 se prohíban los vehículos que utilizan gasolina.
Las empresas de Elon Musk en los Estados Unidos tienen el mismo propósito. Tesla ensambla carros movidos por energía solar mientras que Solarcity suministra la recarga de sus baterías. Además, hoy se encuentran en el mercado paneles solares desde los más pequeños para cargar un celular hasta los grandes que cubren las necesidades energéticas de un edificio de apartamentos. La creciente utilización de la energía eólica, química y térmica está recorriendo el mismo camino.
El mundo está viviendo un rediseño en la matriz energética debido a la preocupación por el cambio climático. Por eso, los países que han alertado sobre el inminente riesgo para la salud del planeta y la supervivencia de la humanidad han hecho una lectura ambiental y económica acertada, y comienzan a legislar al respecto. La incursión en la utilización de energías limpias reducirá la emisión de gases de efecto invernadero y parará el calentamiento global.
Por otra parte, las regiones que con cortinas de humo pretenden continuar con la explotación y comercialización del crudo, de la cual depende su estructura productiva y económica, se verán enfrentadas a dos grandes problemas. Primero, los recursos energéticos fósiles serán menos demandados y entonces sus reservas de petróleo empacados en barriles no tendrán compradores. Y segundo, los hidrocarburos y el carbón son recursos naturales no renovables, y esto significa que en un futuro no muy lejano se agotarán.
En conclusión, los países que se suban al bus del futuro energético serán los ganadores y a ellos, los que no viajan, tendrán que rendirles cuentas.
Orlando Salgado Ramírez

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