El agua, líquido vital
Señor director.
Transcribiré en seguida algunos de los párrafos del valioso Editorial de La Patria de hoy 24 de marzo de 2023, que me parecen de suma importancia y actualidad. Se expresa en ellos lo siguiente: “En nuestra región, los pendientes pasan por las zonas rurales. Deberían acelerarse los planes para llevar agua potable a todos los caseríos, buscar las maneras de lograrlo”.
“Según la Unesco, en el mundo viven 2.200 millones de personas sin acceso al agua potable. América Latina y el Caribe, que cuenta con la tercera parte del líquido del planeta, sigue con unas 166 millones de personas con carencias de ese servicio, mientras que el 50 por ciento de las aguas residuales no reciben tratamiento adecuado. Por este motivo, en el reciente Día Mundial del Agua, el pasado miércoles, expertos y organizaciones que luchan por su defensa llamaron la atención sobre la urgencia de proteger este recurso invaluable”.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) trata el acceso al agua potable como un derecho de los seres humanos al tiempo que certifica que “es un factor de estabilidad y seguridad en un contexto de conflictos a nivel internacional”. Indican los estudiosos que sólo 1 de cada 4 africanos consume agua tratada. El experto en globalización , derechos humanos y derecho internacional, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, José Antonio Perea Unceta, señala diferentes causas para esta situación, especialmente la pobreza del recurso hídrico en regiones como El Magreb y el norte del continente africano.
Son hechos que al menos explican parcialmente tan deplorable situación. Latinoamérica, la región con más abundancia de agua, tienen una cobertura de un 90 por ciento de agua potable, aproximadamente. Pero, triste es decirlo, hay regiones ubicadas en el propio corazón de Colombia, con tierras por demás feraces, despensa agrícola en frutales, plátano y muchas más especies, a una hora de Manizales, capital del departamento de Caldas, como la vereda de La Esmeralda, en Chinchiná, cuyos habitantes llevan muchos años clamando al gobierno por este elemental servicio sin que haya sido posible lograrlo. El señor Alcalde, con muy buena voluntad, ha tratado de remediar el problema con la construcción de un acueducto que al menos permita que el líquido vital llegue a las casas campesinas, así sea sin potabilidad, pero los intríngulis legales de los “sabios” que desde Bogotá disponen de la suerte de los colombianos impiden el buen suceso, aun existiendo los fondos necesarios, dizque porque estos dineros tienen destinación “únicamente para mejoramiento de acueductos que suministren agua potable”. ¿Y los colombianos que no disfrutan de agua potable, ni siquiera de una simple conducción, qué? ¡Habrase visto! Tampoco ha logrado el burgomaestre cumplir sus promesas de instalación de pozos sépticos para la preservación del medio ambiente, de hacer construir placas huellas para el arreglo de la vía al Trébol, que es terciaria, de obtener la instalación del gas domiciliario a fin de aliviar el trabajo doméstico de las mujeres, menos el mejoramiento de viviendas de las gentes más pobres que todavía cocinan con leña. ¿Falta de recursos?, ¿leyes enmarañadas?, ¿otras causas? Esperan esos compatriotas el cumplimiento de las iniciativas del nuevo gobierno mientras confían una vez más en que no terminen convertidas en meras promesas y buenas intenciones.
Atentamente,
Manuel Galindo A.
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