Con la salud no se juega
Señor director:

 Quienes somos hijos del siglo pasado, sabemos los malabarismos que había qué hacer para acceder a un servicio de medicina general, ya que hablar de especializada, es un cuento fantasioso como los de Charles Perrault.
Los médicos, eran muy escasos, eran personajes inabordables como de ciencia ficción. Las facultades de medicina eran escasas y sólo accedían a ellas los aspirantes de clases altas y adineradas. De ahí que la medicina era elitista, de caché y para personas de clase. Los hospitales y clínicas eran orientados por directores, como hoy, puestos allí por pagos políticos y con compromisos de representar al movimiento o partido sin salirse de los libretos que debían cumplir si querían permanecer en el puesto. Hoy, se disimula y se maquilla con los llamados “concursos”.
Existían los consultorios médicos y, como había tan pocos médicos, se multiplicaban trabajando en todas las entidades de salud. Conocí a un respetable médico que era el Director del hospital, atendía su consultorio particular y era el presidente del Directorio Liberal. Cuando se presentaban problemas de salud, quien tuviera con qué pagar la consulta y con qué comprar medicamentos, era un mimado de la fortuna, quienes no tuvieran esta dicha, en el hospital lo atendían de caridad (¿…?). Había niveles de atención que llaman pensiones: de primera, segunda y… con todas las atenciones, porque tenían con qué pagar. Una injusta discriminación y lucha de clases que de alguna manera se percibía muy mal y que es lo que debiera desaparecer. Llegó el Seguro Social, Cajanal y la corrupción acabó con ellos, y, eran oficiales, es decir que no se diga que hay que volver a que el Estado asuma la prestación de este vital servicio aduciendo que así se mejora, la experiencia enseña que no es así.
La razón natural enseña que cuando una construcción se está deteriorando, se le hace mantenimiento, sin necesidad de destruir lo que se ha edificado en muchos años. No se puede en virtud de un aberrante sectarismo político decir que hay qué arrasar con lo que hay porque no sirve. Es cierto que la corrupción y muchos males que padece la sociedad colombiana es hija de quienes la han gobernado, pero algo bueno han hecho y no todo se puede calificar con sentimiento revanchista lo que se ha construido y, que pudo ser mejor, pero esos son los hechos y” Lo hecho, hecho está “.
No son las instituciones las culpables de su mal funcionamiento, son los corruptos que no faltan con sus manos sucias y sus bolsillos rotos quienes con su maldita avaricia destruyen a su paso todo lo que encuentran como Atila, que solía decir  “El azote de Dios” ( ¿? ) Y, estos nefastos personajes, son el azote del pueblo.
Con la creación del nuevo sistema de salud, no fue la panacea, pero al menos nadie está desamparado ni excluido de acceder a ella. Toda persona por “humilde” que sea tiene su salud. El Sisbén, protege y ampara a personas de muy bajos recursos brindándoles los servicios con todas las fallas, pero servicio sí hay, doy fe que así es.   Lo que debe el gobierno actual, es evaluar sin prevenciones cuáles son las fortalezas y debilidades para mejorar, `por ejemplo el sistema de pagos. Ojalá no les vaya a ocurrir entregarles la salud a los politiqueros, porque ahí sí, apague y vámonos. Que haya cambios, pero para bien, que haya verdadera gerencia administrativa y despolitización total (ja,ja,ja )  de un servicio que no debe tener color político , mejorar la infraestructura y desempeño de las EPS y de las IPS (es) aprovechando lo bueno que tienen, pero la solución, no es acabar con  ellas, ya que los colombianos confiamos más en las empresas privadas y menos en   las oficiales.      
Cordialmente
Elceario de J. Arias Aristizàbal

 

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