La cultura, de capa caída
Señor director:

 Cuándo será que quienes ejercen poder en las diferentes esferas gubernamentales, se concienticen que deben apoyar sin cortapisas, sin óbices y sin sectarismos a los escasos y supervaliosos personajes que por la magia de la cultura no faltan en los pueblos para bien de su presente y su futuro.
Se dice y se reitera que los pueblos sobresalen en el firmamento de la historia por sus hijos nativos que descuellan en algún filón particular de la cultura.
Se aprecia, y es una verdad incontrovertible, que los hijos de la tierra sean de donde
Conozco talentos en los pueblos, que se envejecieron levantando la mano para que les ayuden a izar la bandera de sus excepcionales capacidades en la literatura y las artes y otras riquezas intelectuales, pero nunca han encontrado una voz de apoyo, simplemente por pensar diferente o por no ser correligionarios y de los afectos de quienes tienen el poder y son los llamados a catapultar a estos personajes privilegiados para esculpir el nombre de nuestro pueblo en el libro sagrado de la historia.
Da tristeza ver artistas viviendo en la riqueza de sus propios talentos, pero también en la frustración por el acoso de insatisfacción de sus necesidades básicas. Da tristeza ver personas dotadas de talentos literarios que tienen qué alimentar a las polillas con sus apuntes por carecer de unos miserables pesos para publicar un libro.
Contrasta con los pudientes que, no siendo tan talentosos, publican sin mayor esfuerzo y tienen a su favor los medios publicitarios para que les inflen su ego haciéndoles creer que Cervantes se quedó en palotes.  
Cada épocas tiene sus personajes, los hijos de la tierra que no pueden pasar ignorados simplemente por no contar con el  apoyo a los escasísimos gladiadores y paladines de la cultura, otros los llaman quijotes con sus quijotadas eufemísticamente, por no llamarlos orates con sus locuras.
Que bueno sería contar con dirigentes y líderes que tengan mentalidad y formación de mecenas que aprecien, que valoren la trascendencia de la cultura en el firmamento de la historia. Que bueno sería contar con dirigentes y líderes idóneos, sensibles a la cultura, con la inteligencia suficiente para sacudir las limitaciones del sectarismo y tengan la magnanimidad para abrirle los brazos al futuro apoyando los valores culturales que son los que le dirán al mundo que los pueblos tienen un puesto de honor en las páginas de la historia.
Cordialmente –
Elceario de J. Arias Aristizábal

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