La escuela que el mundo reclama
Señor director:

David es un humilde niño Einstein, hijo de este milenio. La pedagogía apoyada en el tablero y en el marcador y los contenidos temáticos fosilizados no son de su agrado. Su displicencia genera incomodidad en el aula de clase. Por esta razón, la escuela le ha cerrado las puertas en repetidas ocasiones. El maestro de confianza, conocedor de su proyecto de vida, le diseñó un plan de estudios personalizado que responde a las exigencias del mundo actual. El inglés, la lectura, la ciencia, las herramientas tecnológicas y virtuales, la investigación, el debate, la ponencia y el foro, entre muchas otras, fueron estrategias que le permitieron al joven visitar otros países, ingresar por la puerta grande de la universidad y estudiar la carrera de sus sueños.
En aras de intentar que el mundo sea mejor para todos los estudiantes como David, porque de lo contrario la academia no tendría sentido, la escuela pública contemporánea debe cambiar, adaptarse a las exigencias que impone este siglo y abrirse al mundo si su propósito es no quedarse rezagada.
El deseo de las nuevas generaciones es interactuar con personas de otras culturas e incursionar en el mercado académico y laboral al otro lado del océano. Esto se ha visto favorecido por la globalización y la apertura económica, cuya implementación obligó recortar las distancias físicas y virtuales en los diferentes sitios del globo terráqueo. En este contexto, la escuela tiene la obligación de incorporar en su agenda, como mínimo, una segunda lengua, pues su desconocimiento es una gran limitante para los proyectos de vida de los nuevos dueños del mundo.
Este templo del saber debe también ser atractivo y ofertar servicios académicos futuristas como una excelente alternativa para los pasantes de otros lugares del mundo. Por eso, es necesario incursionar en la educación hibrida, reescribir los programas académicos y rediseñar las aulas de clase con tecnología de punta, para que la presencialidad y la virtualidad se tomen de la mano.
Esa misma escuela debe ser una sede de eventos internacionales donde la ciencia, la literatura y la filosofía convoquen a grandes personalidades del mundo que potencien el pensamiento crítico, a través de debates, conferencias y ponencias. En este escenario, los semilleros de investigación podrán ser protagonistas socializando la generación de su nuevo conocimiento. Estas soñadas fortalezas requieren, por lo tanto, una impecable gestión de la escuela para que sea posicionada en la agenda orbital. Ojalá todos los responsables podamos contribuir al cumplimiento del gran reto.
Orlando Salgado Ramírez

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