[…], no sé quién nos hizo ese favor. Tuvo que ser Dios.
Ricardo Arjona

Señor director:
Desde siempre la mujer ha sido artífice y protagonista de la historia. Hoy no hay duda de sus invaluables aportes al desarrollo de las sociedades y de sus permanentes luchas a favor del reconocimiento de sus derechos. Debido a su valentía y a las batallas que ha librado, su nombre quedó inscrito en la memoria de los tiempos. De ahí que el 8 de marzo fuera declarado, en 1975, como el Día Internacional de la Mujer por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas.  Son muchos los escenarios donde ella ha puesto a prueba su frágil condición humana, y también su fortaleza, tenacidad e inteligencia. En su vientre se alberga la esperanza de perpetuar nuestra especie y plantar la semilla de las nuevas generaciones. En la política tiene el derecho a elegir y ser elegida; la academia y la empresa están a su alcance; el deporte le ha reservado el podio de los mejores; ha sido la musa en el arte y la música, donde ha cosechado galardones y aplausos; las calles y pasarelas son engalanadas con sus angelicales rostros, su belleza, su ternura y su dulzura.
A pesar de todo lo anterior, la excluyente cultura machista ha sido responsable de múltiples flagelos por ellas padecidos. Un ejemplo es Francesca, una mujer educada en un hogar que heredó las tradiciones de nuestros ancestros. Su niñez y juventud fueron impecables y la hicieron exitosa en los estudios y el deporte. Sus galardones y belleza la acompañaron en un noviazgo pleno de detalles; su pareja, un prestigioso y reconocido profesional.
Aun así, durante el matrimonio se despertó el instinto irracional del distinguido hombre. Su estrés, producto del trabajo sumado a sus celos infundados, al alcohol, a su infidelidad y a la dependencia económica —los detonantes más frecuentes del maltrato femenino—, lo condujeron a agredirla, a veces en presencia de sus hijos, ocasionando en ella lesiones físicas y psicológicas irreversibles.
Las reiteradas amenazas recibidas fueron uno de los síntomas permanentes del anormal comportamiento del esposo, cuyo instinto manipulador le permitían moldearla a su antojo, incluso con falsas promesas de arrepentimiento y cambio cuando intuía que la perdía. Y llegó el día feliz de la liberación de Francesca, cuando amparada en la ley aceptó ayuda y asesoría que la arrebataron de probables garras asesinas.
Solo por ser mujer, este año se han reportado en Colombia 252 casos de feminicidio, crimen que amerita un rotundo rechazo. En lugar de ver a las mujeres como un objeto sexual, como una ficha decorativa e intercambiable, con la belleza como su mayor atributo y con la fragilidad requerida para descargar sobre ella las pasiones, las frustraciones, la agresividad y las venganzas, los hombres tenemos la obligación de reconocer su verdadero rol, que ha sido fundamental en la conservación de la especie, y en consecuencia respetarlas, valorarlas y amarlas.
Orlando Salgado Ramírez

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