Los jóvenes son la esperanza
Señor director:
Todo parece indicar que la política, para quienes tienen pensamientos retrógrados o intereses creados, no es algo dinámico, sino la concepción de poder como algo que no es competitivo, porque las palancas del poder son inamovibles y se convierten en privilegios personales, familiares o de tradiciones intransferibles de clase, cerrándoles las puertas de acceso a quienes no tienen las llaves de ingreso por sus condición de no estar alineados para ser ungidos como candidatos a cualquier cargo de responsabilidad política. Los dueños del poder se enquistan en el sistema político como amos y señores creyéndose eternos e inmortales y, en consecuencia, insustituibles. De ahí, que la renovación política, no es más que un anhelo en el espejismo de la democracia. con muy pocas probabilidades de llegar a una realidad. Se habla de oxigenar la política, con vocablos tan significativos como democracia, que no deja de ser un aliño en el contexto teórico, como parte de la demagogia, en un contexto social en el cual el analfabetismo político es el arma más poderosa de quienes se autocalifican como líderes con dotes superiores sin rivales que les disputen el poder de caciques ab aeterno.
Algunos seres humanos se trepan a la atalaya del poder y desde allí en medio de su megalomanía, pareciera que el mundo político estuviera habitado por liliputienses que están excluidos de la competencia, ignorando que: “No hay en enemigo pequeño”.
Manizales, una ciudad universitaria, una ciudad académica, reconocida en el ámbito intelectual, con patrimonio propio en el mundo del pensamiento, de las ideas, con perfil internacional, no puede seguir siendo administrada por quienes siendo muy importantes y representativos, deben aceptar en honor a la democracia, que ya es tiempo que se permita ensayar estilos de personas jóvenes que tienen miradas y posturas diferentes de ciudad y una cosmovisión quizás más impregnada de equidad y de justicia, en donde todos tenemos derecho a vivir con dignidad, en una sociedad que requiere cambios muy significativos ya que quienes han gobernado prometen y prometen, pero siempre el conejo salta después de ser elegidos y los programas quedan sin ejecuciones.
Los jóvenes están llenos de sueños, pletóricos de buenas intenciones, de anhelos, hacen parte de las nuevas generaciones, son personas sin recorrido político, inexpertos sí, pero no torpes, ni lerdos para leer el futuro, descontaminados, personas de desafíos, con formación académica, sangre nueva y muchos deseos de servirle a su ciudad, al departamento y a la sociedad en general. No podemos seguir pensando que los jóvenes no tienen futuro, con conceptos a priori que descalifican premeditadamente el accionar de las nuevas generaciones creyéndolos ineptos para ejercer el poder, como argumentos falaces para cerrar las puestas a quienes inevitablemente pasarán a la vanguardia tarde o temprano, querámoslo o no. Son ellos, los jóvenes, los que deberán estar libres de marrullerías, de trapisondas, corruptelas, mañas, manipulaciones, coimas y otras debilidades que han contaminado el ejercicio de la política colombiana.
¿Por qué no aceptar que las generaciones se marchitan, que llegan otras a ocupar las posiciones de mando, de relevancia, con nuevos bríos, con sangre nueva, con estilos diferentes, con nuevos liderazgos, con perspectivas y panoramas distintos, con innovaciones que transforman, que plantean soluciones a su manera con originalidad, con sinceridad y buenas intenciones ? Los mayores tenemos pasado, los jóvenes futuro.
Dejemos que germine la semilla de la esperanza, dando los buenos días a un nuevo amanecer político, y ese nuevo amanecer político son las nuevas generaciones, representadas en los jóvenes quienes tienen un compromiso con la historia. ¿Qué tiene de malo un Carlos Mario Marín en la Alcaldía de la ciudad?
Elceario de J. Arias Aristizábal
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