Fotos | Darío Augusto Cardona | LA PATRIA
La médica activista desarrolla un proyecto social junto con los 56 propietarios de la vereda La China. Medioambiente.
Isabela Cajiao Angelelli es pediatra en Pittsburgh, Estados Unidos, pero cuando se trata de activismo ambiental, su profesión no es ajena a los problemas de este tipo.
Se dio cuenta que la salud y la sostenibilidad no deberían ser temas aparte al enterarse de cómo una red de 40 hospitales en Estados Unidos desechaban por año un millón 800 mil manguitos de plástico para tomar la presión. Atraída por la idea de vivir en una sociedad menos consumista viajó a Vichada y conoció el proyecto Gaviotas, de Paolo Lugari, y en Caldas al activista belga Günter Pauli.
Del primero nació la inspiración de creer en un mundo autosostenible y simbiótico con el medioambiente, y el segundo la llevó a la vereda La China (Manizales) movida por la curiosidad de conocer el trabajo Eco-arquitectónico de Pauli, la finca La Miñoca, donde el activista belga pasó parte de sus años escribiendo los principios de la economía azul. Ahora, 21 años después, es Isabela Cajiao quien ocupa los predios de la vivienda. Llegó hace siete años y en ese tiempo pudo conocer un ecosistema "fascinante" como describe en sus palabras. No obstante, cuando salió de La Miñoca observó que la vereda, con todos sus potenciales ambientales, también tenía grandes necesidades en el territorio que comparten 300 habitantes.
Dos son mejor que uno
Desde hace seis meses trabaja con los residentes y propietarios de la vereda. Sueña con crear una sociedad autosuficiente que se provea de los recursos del ecosistema y al mismo tiempo que se lo retribuyan al medioambiente. Sin embargo, Isabela hace un alto en el camino cuando habla del proyecto porque primero, dice, "hay que construir comunidad", pues cuando llegó encontró una población fragmentada con una acción comunal sin fondos.
No había plata para solucionar los problemas del acueducto y las vías deterioradas de la vereda. Tampoco cuentan con un soporte médico y el único puesto de Assbasalud lleva al menos 10 años abandonado. Al ver las circunstancias no se quedó de brazos cruzados y empezó a gestionar junto con la gente el arreglo de las vías. Llamó a Autopistas del Café en primera instancia para pedir que se le diera tarifa diferencial a la población en los dos peajes que rodean a la vereda: San Bernardo del Viento y Santágueda, y así no pagar el impuesto por desplazarse a zonas urbanas como Manizales o Chinchiná.
La solicitud no fue exitosa, pero a cambio, el consorcio le donó 40 camiones cargados de fresado para pavimentar. La misma comunidad, que tiene conocimiento en el área y en mano de obra, hizo el reparcheo de las vías. Isabela manifiesta que la clave para salir de las crisis es "trabajar en colectivo", por lo cual destaca que desde que unieron fuerzas nadie ha tenido que sacar un peso de su bolsillo y por el contrario, las conexiones de quienes han querido ayudar a la vereda son fruto del progreso.
Economía solidaria
Aunque en un principio la comunidad no tenía ingresos en el erario público para solventar gastos, crearon una nueva economía basada en el aporte monetario de cada residente por la compra de prendas importadas. Isabela vinculada al Hospital de Pittsburgh, trajo de Estados Unidos ropa de marca, donada por el centro hospitalario. Las vestimentas se venden en la vereda a un precio de 10,15 y 20 mil pesos, exclusivamente a la población del territorio.
Personas foráneas de veredas aledañas también pueden adquirir las prendas con la condición de que sea a domicilio, pues, advierte, que el beneficio por ahora debe ser para la comunidad. El 70% es para el fondo y el 30% restante se lo lleva doña Andrea quien administra los ingresos de la ropa. Ella habita el territorio hace 15 años y asegura que la llegada de Isabela "le cambió la cara a la vereda".
Andrea supervisa la única papelería de la zona que cuenta con un computador e impresora ambas herramientas donadas por el hospital. A futuro se proyecta surtiendo poco a poco el negocio con materiales esenciales para la gente. Mientras tanto, sigue esperando a que la Administración municipal les dé el empujón para despegar.
Ayuda estatal
Isabela indica que en repetidas ocasiones ha querido reunirse con el alcalde, pero sus esfuerzos han sido en vano porque "lleva detrás de una cita desde hace dos meses". Le pide a la Alcaldía de Manizales que haga reformas en la infraestructura de la vereda como en la sede de la escuela que no funciona por la poca densidad de niños en el lugar. Pretende que se transforme en una cancha para incentivar el deporte. En salud considera pertinente que vuelva a funcionar Assbasalud y que abran una plaza de médico rural. También resalta la necesidad de construir placas huellas en los caminos de la vereda.
Sostiene que la mano de la Alcaldía sería fundamental para desarrollar la prueba piloto de un proyecto agro-ecológico en que la gente de la comunidad pueda abastecerse de lo que les ofrece el ecosistema al mismo tiempo en que se siembren árboles donados por la fundación internacional de la que es cofundadora, One Tree Per Child (Un árbol por niño). La iniciativa busca escalar a otras zonas rurales de Caldas. Explica que la comunidad se encargaría del mantenimiento de los escenarios y ella de los insumos, y conocimientos para la salud.
Motiva
Aunque no siempre puede estar en la vereda debido a que debe alternarse con su profesión en Estados Unidos, cuando Isabela regresa a La Miñoca se calza sus botas pantaneras y sobre su cabello rubio reposa un gorro pesquero que avista la hora de encontrarse con la comunidad.
Cuando es día de recolección se arma con una bolsa de basura y llama a Santi, un chico de 15 años, vecino de La Miñoca, para que la acompañe. En el recorrido agarran latas de cerveza, envolturas, plásticos y otros desechos arrojados a las carreteras y los introducen en las bolsas para evitar que por la ola de calor los residuos combustionen. Más adelante otros habitantes se unen para repetir la misma acción y así sucesivamente el colectivo crece como bola de nieve. "El que recoja más basura se gana una chocolatina", pregona en voz alta haciendo que jóvenes y adultos corran con sus manos cubiertas con guantes de látex a llenar el envoltorio.
Isabela Cajiao Angelelli es directora de la organización One Tree Per Child (Un árbol por niño) que busca mitigar el daño ambiental por la deforestación.
Con la comunidad de la vereda La China.
Economía azul
Günter Pauli acuñó este término a un tipo de economía basada en la extracción de recursos fácilmente renovables y así mismo de fácil retorno al ecosistema (hacer más con menos). La filosofía de este modelo consiste en reducir la hiperproducción consumista (economía roja) al mínimo para pasar a utilizar recursos perdurables, renovables y abundantes en la naturaleza.