33 años dedicados a Telecafé desde su primera emisión en 1994

Fotos | Cortesía |  LA PATRIA

Juan Manuel Arboleda, productor general de Telecafé, se retira tras 40 años de trayectoria en televisión. Desde 1994 formó parte esencial del canal regional.

 

Desde su primer contacto con una cámara en los años ochenta hasta su participación en grandes transmisiones nacionales, Juan Manuel Arboleda González ha dedicado más de 40 años a contar historias a través de la imagen.

Su recorrido, marcado por entrega, sensibilidad social y una visión clara de la televisión regional, lo convierte en uno de los pilares silenciosos de Telecafé.


A Juan Manuel Arboleda González la vida lo conectó con la imagen antes de saberlo. En 1985, cuando aún era un joven mensajero en el centro de Manizales, un encuentro casual con dos reporteras cambió el rumbo de su historia.

A pocos metros de su lugar de trabajo, en un pequeño cuarto de edición, comenzaba su carrera como asistente de cámara cubriendo noticias de la industria cafetera para noticieros nacionales.

Cuando el camarógrafo principal viajó a Miami, Juan Manuel fue llamado a reemplazarlo. No hubo tiempo para preparación extensa, y menos para dudas.

 

Desde su primer trabajo como asistente de cámara en Manizales, Juan Manuel Arboleda González ha sido una figura clave en la televisión pública del Eje Cafetero.

 

En plena tragedia de Armero asumió la cámara y con ella, una vocación que lo acompañaría por más de cuatro décadas. "Allí me gradué como camarógrafo", recuerda.

Desde entonces, ha sido testigo y protagonista de la evolución de la televisión en Colombia. Vivió el paso del casete a la transmisión satelital. Viajó por el país llevando una cámara en la mano y una misión en la mente: mostrar la realidad, informar y conectar a la región con su gente.

Estudió tecnología en producción de radio y televisión en Bogotá y, más adelante, participó en la gestación del canal regional Telecafé, fundado por su hermano Luis Fernando Arboleda.  El 6 de diciembre de 1994 grabó la primera emisión del noticiero regional; dos años después ingresó como camarógrafo oficial.

Desde entonces pasó por todos los cargos de producción: fue editor, productor, director de cámara y productor general. "De la cámara a la cima", como él lo dice. En Telecafé, su segundo hogar, trabajó con pasión durante 33 de los 40 años de carrera que hoy suma.

 

Participó en la primera emisión del noticiero de Telecafé en 1994 y se vinculó al canal desde entonces, asumiendo distintos roles en el área de producción. Como camarógrafo, editor, productor y director.

 

Recuerda con orgullo haber participado en dos de las coberturas más significativas de su vida: la visita del Papa Juan Pablo II a Chinchiná en 1986, cuando logró tocar su mano, y la visita del Papa Francisco, en la mayor transmisión conjunta de la televisión pública colombiana.

Pero también vivió el lado más doloroso de la televisión: cubrir el terremoto de Armenia en 1999. “Tuvimos que improvisar centros de transmisión, dormir en Pereira, hacer filas para entregar mensajes de familiares… Vi gente de clase alta implorar por comida. Eso me marcó”, confiesa.

Ha trabajado para canales nacionales como RTVC, RCN y Caracol. Ha hecho transmisiones desde Nueva York, Los Ángeles y Madrid. Su experiencia, sin embargo, nunca lo alejó del foco regional.

Asegura que el verdadero valor de Telecafé es contar lo que pasa en los barrios, en las veredas, en las calles del Eje Cafetero.

 

Desde camarógrafo hasta productor general, ayudó a construir el canal regional y fue parte de coberturas históricas.

 

Hoy, a las puertas de su jubilación, su historia sirve como ejemplo para las nuevas generaciones. Advierte que la televisión debe adaptarse a los nuevos consumos: contenidos cortos, redes sociales y plataformas digitales. También hace un llamado a prepararse para trabajar con inteligencia artificial, sin perder la pasión que lo llevó a ser lo que es.

“Este canal me lo dio todo. Dios me preparó para estar aquí”, dice con firmeza. No planea abandonar del todo su oficio. Piensa montar una empresa de asesorías en producción y transmisión. "Algo bueno me quedó de todo esto", dice.

Juan Manuel no solo fue testigo de la historia del canal, sino que ayudó a construirla. Y aunque su rostro no aparece en pantalla, su legado está presente en cada plano, en cada historia bien contada y en cada esfuerzo por hacer una televisión pública de calidad.

 

La familia ha sido su motor para seguir ligado a la imagen y la promoción de nuestra región.

 

Los momentos que lo marcaron

Juan Manuel Arboleda recuerda con emoción el día que, cámara en mano, tocó al Papa Juan Pablo II en Chinchiná. También confiesa que la tragedia de Armenia lo enfrentó con el dolor humano más profundo. "Eso no se olvida. La televisión te forma, pero también te duele", dice.

El reto de la televisión pública

Para Juan Manuel, el futuro de la televisión pública está en la capacidad de migrar a las multiplataformas sin perder su esencia regional. Insiste en la necesidad de gerentes con perfil técnico y conocimiento audiovisual. “No es hacer botellas, es hacer televisión”, concluye.

 


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