Te están buscando Matador

El pasado 28 de marzo, el periódico El Tiempo, tomó la decisión de echar a uno de sus mas importantes colaboradores, el caricaturista Julio César González Quiceno, mejor conocido como Matador. Resulta que el periódico se enteró un día antes (27 de marzo), que el caricaturista en medio de tragos había protagonizado en el mes de agosto del año 2013 y en su “baticueva” (como le dice a su natal Pereira, donde vive) un desafortunado acto de violencia intrafamiliar contra su esposa Alejandra Valencia. Dijo El Tiempo, que la decisión la tomó en desarrollo de su campaña institucional “no es hora de callar” que busca visibilizar y sensibilizar los casos de violencia en contra de la mujer y la familia. Todo indica que el famoso periódico se basó en la denuncia pública que hizo el Abogado Abelardo de la Espriella, por una pelea que tenía casada con Matador donde éste le recordó una entrevista con “Suso´s Show” donde el polémico litigante confesó que le gustaba ponerles voladores a los gatos y hacerlos explotar. Julio César González estuvo por Manizales estudiando publicidad en la Universidad Católica, incluso, envió trabajos al diario local La Patria (1995) dejando en evidencia sus gustos por el dibujo los cuales firmaba bajo el seudónimo de “JC” y que posteriormente cambió por “Matador” la famosa canción de los Fabulosos Cadillacs. Las rumbas y el licor lo llevaron de nuevo a Pereira, donde luego de culminar sus estudios en la Uniandina cogió fama y llegó a El Tiempo en el año 2003. La decisión de este periódico, de despedir a uno de sus mas famosos caricaturistas es equivocada por las siguientes razones: primera, por su carácter atemporal, al pretender preservar en el tiempo un hecho sin duda reprochable pero que había sucedido 10 años atrás y que termina fomentando sentimientos de hostilidad, resentimiento y rencor; segunda, por no consultar el estado actual de la víctima de aquel entonces (Alejandra), entrometiéndose indebidamente en los asuntos privados de la Familia González Valencia quienes ante la Fiscalía Seccional de Pereira habían conciliado el asunto, situación que compromete los efectos que en términos de justicia otorga el estado a las personas en un determinado conflicto; y tercera, porque revictimiza la familia entera de Matador, al abrir injustificadamente una herida, que compromete la estabilidad emocional, social y seguramente económica de sus miembros, especialmente de sus hijos, niños aun, que seguramente se preguntarán ¿aquí que pasó?. Lo que se ha puesto en discusión pública, ha sido precisamente uno de los grandes debates de la filosofía moral: el valor del perdón y el arrepentimiento. La pregunta es, si el acto violento es o no perdonable y si su autor puede o no ser beneficiado de dicha concesión. En plena Semana Santa y en un país de una reconocida “moral cristiana” quienes pasamos sin anestesia por la catequesis de la Iglesia Católica se nos enseñó insistentemente sobre la importancia del perdón. En el rito del rezo de las siete palabras del viernes santo, la primera de ellas siempre ha estado dirigida precisamente a la actitud de los violentos e ignorantes (“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” Lucas 23, 34). Matador reconoció la falta de aquel entonces y sus desafortunados problemas con el licor. Lo paradójico es que, a El Tiempo, que plantea una posición banal frente al perdón, no se le ocurra fomentar una campaña contra el consumo de alcohol que sin duda ayudaría a evitar incontables y cotidianos actos de violencia intrafamiliar. El poderoso diario debería apostarle a otra campaña de sensibilización que se llame “no es hora de beber”.