La Superintendencia de Sociedades inició una actuación administrativa para someter al Deportivo Pereira al grado de supervisión denominado “control”, después de identificar una situación crítica económica, contable y jurídica en el equipo profesional. 

Se trata del nivel más alto de vigilancia que puede imponer la entidad y que, según explicó, busca evitar el colapso empresarial, proteger el empleo y garantizar la continuidad operativa.

Aunque es una medida excepcional, la Superintendencia aclaró que no implica una toma de posesión ni una intervención administrativa. 

El club mantiene su autonomía, aunque bajo límites estrictos que obligan a reportar información, adoptar correctivos y permitir un seguimiento cercano a sus decisiones financieras.

La medida tampoco afecta la propiedad de las acciones, ya que —según lo establecido en el artículo 85 de la Ley 222 de 1995— el “control” recae exclusivamente sobre la sociedad y no sobre los socios.

El Superintendente de Sociedades, Billy Escobar Pérez, justificó la decisión señalando que el objetivo es actuar de manera preventiva cuando existen riesgos que podrían comprometer la estabilidad de la empresa.

“Nuestra misión es contribuir al crecimiento y preservación de las empresas… Ante posibles riesgos que afectan el interés general, nuestro deber es actuar oportunamente, conscientes de la importancia que tienen las sociedades para la economía nacional y, en particular, la sociedad Deportivo Pereira F.C. S.A., reconocido club de fútbol con deportistas profesionales”.

Pérdidas, caja deteriorada y un año convulsionado

La situación financiera del Pereira venía dando señales de alarma. Con corte a 2024, el club cerró con pérdidas por $3.318 millones, lo que redujo aún más una caja ya debilitada y terminó afectando directamente el rendimiento deportivo y la operación del equipo.

La crisis llegó a un punto crítico cuando el Ministerio de Trabajo ordenó suspender actividades hasta que la institución se pusiera al día con los pagos a sus trabajadores. 

Entre futbolistas, personal administrativo y cuerpos técnicos, varios empleados habían reportado retrasos en salarios y obligaciones laborales.

Incluso los jugadores profesionales no disputaron los últimos cuatro juegos de la Liga Betplay. Esos partidos los asumió la plantilla juvenil, con jugadores entre los 16 y 20 años.

Un intento de compra que ilusionó… pero no prosperó

En medio del ambiente tenso, surgió una propuesta de compra que generó expectativa entre la hinchada y parte de la dirigencia. 

El exfutbolista Orlando Berrío y el empresario José Miguel Jaramillo, anunciaron su interés de comprar el equipo, respaldados por inversionistas extranjeros. 

La llegada de inversionistas prometía capital fresco, profesionalización y un modelo de gestión más sólido.

Sin embargo, tras varias reuniones, los interesados se retiraron. No hubo explicaciones públicas sobre las razones. 

Solo enviaron un mensaje de agradecimiento a la afición del Grande Matecaña, cerrando una ventana que para muchos aparecía como una salida a la crisis.

Un club bajo la lupa y con múltiples retos

La entrada en “control” implica ahora que el Deportivo Pereira deberá ajustar sus estados financieros, transparentar su información contable, demostrar capacidad de pago y corregir los riesgos que llevaron a esta situación. 

La Superintendencia hará un seguimiento cercano y podrá exigir planes de mejora, modificaciones administrativas y reportes periódicos.

El equipo enfrenta así uno de los capítulos institucionales más delicados de su historia reciente, en un momento donde las dificultades económicas ya se reflejan en lo deportivo y donde la incertidumbre sobre el futuro accionario vuelve a estar sobre la mesa.

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