Muchos de los que salieron de Manizales para vivir en Villamaría, hoy también trabajan, estudian y ejecutan todas sus actividades cotidianas dentro del municipio; aunque ser ciudad dormitorio todavía encaja en sus características. 
La vía Panamericana es lo único que divide a Villamaría de Manizales. De lejos, la vista engaña y parecen una sola ciudad, aunque son dos territorios de la región Centrosur de Caldas con autonomía administrativa. Cada uno tiene sus particularidades, pero en la misma medida que su crecimiento han ido compartiendo más de lo que los puede separar. Hoy presentamos un informe especial de ese nuestro vecino, Villamaría, con el ánimo de exponer sus potencialidades, pero también de mostrar lo que le representa amenazas, pues en muy poco tiempo esa delgada línea que divide a ambos municipios será parte de un todo, de una gran ciudad integrada por fenómenos de conurbación.
El mayor activo de Villamaría es su gente. Según proyecciones de población al 2023, cuenta con 68 mil 601 habitantes que representan el 6,6% de los estimados en Caldas y lo ubican como el tercer municipio con más población del departamento. El Plan de Desarrollo Municipal 2020-2023 indica que a Villamaría han migrado en los últimos cinco años por lo menos cinco mil personas y justamente eso ha detonado crecimientos en vivienda, bienes y servicios, transporte, establecimientos educativos, comercio. De la sosegada Villamaría rural de hace 20 años poco queda. La llegada de tantas personas y sus demandas han ido imponiendo a las administraciones retos urbanos difíciles de resolver, si se tiene en cuenta que los recursos son escasos y no hay políticas y planes de ordenamiento actualizados.
Muchos de los que salieron de Manizales para vivir en Villamaría, hoy también trabajan, estudian y ejecutan todas sus actividades cotidianas dentro del municipio; aunque ser ciudad dormitorio todavía encaja en sus características y sigue siendo alto el flujo de personas que se movilizan a diario hacia Manizales a trabajar, estudiar, recrearse, realizar diligencias. Por eso se mantiene una relación estrecha entre los dos y genera complicadas exigencias. La movilidad caótica está entre los problemas más sentidos en ambos municipios. Hablamos de que solo se tiene una vía de entrada y de salida a Villamaría, las calles ya son insuficientes para la cantidad de vehículos, falta orden en el tránsito y espacios de parqueo.
El suministro de agua potable tampoco es el mejor. La comunidad se queja de un sistema que ya está obsoleto y pide modernizarlo para acabar con los cortes del servicio que, en especial durante épocas de lluvia, son constantes. La experiencia de Aguas de Manizales la podría empezar a compartir con la empresa Aquamaná, que es la prestadora en Villamaría, con un ánimo colaborador e integrador. No se puede olvidar que en Villamaría hay 16 instituciones educativas, 9 oficiales y 7 privadas, en las que buena parte de sus estudiantes son de Manizales, y que la vereda La Florida se densificó con conjuntos cerrados estrato alto y gente de Manizales y es sede de colegios campestres.
Villamaría busca enfocarse en una vocación turística, para eso tiene en su territorio el Volcán Nevado del Ruiz, la vereda Gallinazo, las veredas en la vía a Chinchiná y buena parte de la zona caldense que le corresponde del Parque Nacional Natural Los Nevados, ahí está bien encaminada, pero indiscutiblemente debe contar con Manizales, que también tiene relación con el Volcán por su cercanía y vías que los unen. Entre los dos podrían diseñar una política en la que se incluya el cable aéreo como jalonador. A la mano están adelantados esquemas de planificación como el área metropolitana de la región Centrosur, pero que no ha podido despegar por intereses políticos. Ojalá los próximos gobernantes se decidan a apoyarla porque sus bondades son indiscutibles. Manizales y Villamaría se mantuvieron el año pasado, como área, entre las seis más competitivas de Colombia y ese solo dato está mostrando que es juntos como se alcanzan logros, eso sí respetando la independencia de cada uno.