Los cien años del Cementerio San Esteban

Los cementerios son parte de una infraestructura urbana, algo que una población debe tener a pesar que para la mayoría de habitantes estos sitios los asocien con una profunda pena personal.
Los cementerios, a pesar que estan al servicio de la muerte y el fin, crecen y también cambian de lugar y se pueden convertir en zona verde o en muladares y son tal vez el espacio público que con mayor negligencia se planifica. Cuando se fundaban las poblaciones de la Colonización Antioqueña se señalaba espacio para la plaza, para la iglesia, la alcaldía, la escuela, el hospital y hasta para la cárcel y en ningún documento consta el terreno para el cementerio y finalmente se ubicaba un terreno periférico teniendo sí en cuenta que no se afectara una fuente de agua y que no quedara tan distante del templo y la cargada del ferretero no se hiciera tan  dispendiosa. Al parecer se planificaba para los vivos y se ignoraban los muertos.
Históricamente Manizales ha tenido tres campos santos: el ubicado en Chipre, otro en el barrio Lleras y el de San Esteban cuya primera piedra bendijo el obispo Tiberio de Jesús Salazar y Herrera un 17 de junio de 1923. Arquitectónicamente hablando es republicano y eso antes de los incendios donde las llamas cambiaron la fisionomía de la ciudad arrebatándonos el bahareque nacional y acercándonos a Europa con los bellos apliques en las fachadas inspirándose en todos los estilos arquitectónicos del Viejo Continente.
Su diseño es muy elaborado que logra establecer una simbología con sus anillos concéntricos donde el centro de ese espacio es la capilla donde se eleva la hostia al cielo para convertirla en pan de vida. Esa capilla es abierta y redonda reflejando la eternidad que no tiene inicio o fin. En este estilo arquitectónico lo simbólico era articulado por los arquitectos subyugando los funcional a una exigencia de segundo orden, no como sucede hoy en día donde la arquitectura la rige la economía y la funcionalidad. 
Se abstuvo el arquitecto de buscar adornos y hizo un cementerio sencillo por no decir limpio, perfectamente adaptado a un terreno inclinado. Seguramente sin tener la intención el arquitecto plasmó a la sociedad manizaleña porque le quedó el cementerio estratificado: los ricos a la entrada y el muladar al fondo dejando un especio grande para la clase „media“. Los patricios de la ciudad española vivían sobre la plaza mayor y dependiendo del rango social se iba repartiendo el resto de la gente hacia la periferia de la población. No nos ofusquemos inutilmente, hoy en día igualmente vivimos en una sociedad de castas donde el poder económico a suplantado al de la aristocracia y bien sabemos como se enriquecen los colombianos mas connotados. 
Los adornos llegaron por medio de los mausoleos donde los usuarios ricos del cementerio le hicieron trampa al diseño e intención de su diseñador. Allí los ángeles y querubines, que con ademan dramático custodian las tumbas, contrastan con los circulos propuestos por el arquitecto. El eclecticismo de los diseños de los mausoleos donde resaltan obras de los hermanos Carvajal, seguramente de Belisario Rodriguez y de Quintero, perfectamente es la continuación de la confusión de estilos que tiene Manizales en su Centro Histórico donde una fachada neoclásica puede quedar enseguida de una Art Decó, sin causar antagonismo alguno. No cabe duda que el dueño de la tumba le exigía al marmolero que le hiciera una obra que no se pareciera en nada a la del vecino, dándole rienda suelta a ese individualismo que caracteriza la mentalidad ibérica.
Da grima el estado actual de los ricos mausoleos. ¿Dónde están los descendientes de estas notables familias para retribuir un poco esas grandes fortunas que heredaron? Dispendiosas reuniones de familia les gusta organizar y jactarse de sus ancestros, pero ese empuje va solamente hasta ese punto. ¿Ni una oración o una flor merecen esos abuelos que solo se conocen por viejas fotos? Son excepciones como la del padre Jaime Pinzón Medina que cuida el mausoleo de su familia con esmero y respeto gastando sumas módicas en ese trabajo.
Pero si los ricos no atienden a sus muertos el Estado igualmente da batacazos de ciego porque el Cementerio San Esteban, lo mismo que la Estación del Ferrocarril de Caldas y la del Cable Aéreo, son extensiones del Centro Histórico que en el diseño del Plan de Protección y Manejo del Centro Histórico no se articularon debidamente.
Es bello que el espacio de la muerte sea especial y en el caso de Manizales lo es; celebremos entonces esos primeros 100 años dejandonos impregnar de la vida.