Libros muy pereiranos

A pesar de mis fuertes críticas a la Feria del Libro de Pereira del año pasado, donde resaltaba entre otros puntos que “…Lo local tiene en el campo del libro una acepción que va mucho más allá de un torpe chauvinismo, somos el vehículo para oxigenar la región; somos la cara cultural del territorio; somos nosotros la savia que alimenta el alma y el intelecto de la comarca…”, tuvo a bien Carlos Vicente Sánchez, mejor conocido como Cavisa, director de la Biblioteca Pública Municipal de Pereira Ramón Correa Mejía en mandarme 10 libros publicados por la Secretaría de Cultura de Pereira. Cinco que reúnen los premios “Colección de Escritores Pereiranos” en cinco modalidades y cinco pertenecientes a la Colección Literaria “La Chambrana”.
En primera instancia me admiré de la atractiva presentación de cada uno de los libros, aquí no hubo ahorros y recortes necios, típicos de las publicaciones del Estado. Se publicaron sólidamente estos libros que demuestran el respeto por el autor y la consideración por el lector.
Los cinco premios del año 2021 son apenas un peldaño de una larga labor que en Pereira se viene desarrollando hace muchos años logrando establecer a este concurso como una opción para los jóvenes, y otros no tanto, escritores en búsqueda de dar el paso y convertirse en autores. Por medio de estos premios se motiva la escritura y se democratiza el acceso al libro a pesar que se premia al mejor. La “carrera” de un escritor se inicia en serio con la publicación de un libro, ese es el paso más complejo porque implica disponer de dinero para la impresión, buscar quien haga un bello diseño y por último la difusión y distribución de la obra. Una publicación requiere conocer la industria de la impresión y entender el comercio del libro, temas que se convierten en un obstáculo para los principiantes que pierden dinero y sobre todo esperanzas. Son estos temas como arenas movedizas que se tragan todo lo que se atreva a cruzarlas. Con estos premios, los nóveles autores resuelven estos problemas y entran a conformar una nueva cohorte de autores que, sin lugar a dudas, renuevan y fortalecen la cultura y en especial le dan vida al libro. Este proceso de los premios sostenido en el tiempo da como resultados más lectores y por ende más libros, índices que en Pereira deben ser altos en comparación con sus vecinas Manizales y Armenia, donde se habla mucho, pero no se ha sabido consolidar un proceso de esta importante índole. Se le puede echar la culpa a los políticos, que, sin dudarlo, la tienen, pero igualmente al gremio que no sabe deponer los egos y trabajar en grupo en favor de la región y de las generaciones venideras. Me pregunto: ¿De estos jóvenes y talentosos autores publicados en estas dos colecciones cuántos persistirán en esta labor y se convertirán en autores profesionales, o sea tan buenos que puedan vivir de su oficio como escritores? La cifra que se señale, por baja que sea, será asombrosa porque lo usual es ver cómo la gente joven no recibe apoyo para ensayar sus sueños. Me es difícil imaginar a una ciudad con un proceso de estos, sostenido por una generación, o sea 25 años, porque me ha tocado vivir todo lo contrario. Recordemos a la Imprenta Departamental de Caldas y su labor por décadas donde se reimprimían, preferiblemente, los clásicos locales, no permitiendo que surgiera una generación de relevo y la Asamblea Departamental actuando como “consejo editorial” donde un alto porcentaje de estos hombres y una que otra mujer, no practicaban ni la lectura y mucho menos la escritura.
La Colección “La Chambrana” se suma de libros pequeños en formato y cantidad de páginas, ideales para su repartición gratuita que logran atraer a lectores que se intimidan con gruesos volúmenes. Su concepción es muy moderna ya que sus géneros van desde cuentos fantásticos, a narrativa erótica; a narrativas afropereiranas, pasando por novela gráfica y dramaturgia. Es “La Chambrana” un muestrario bello de la fuerza que tiene la literatura en Pereira y todo esto inducido por el Estado, protagonista que en la región nunca ha jugado un papel de impacto permanente y de transcendencia.
También dije en mi columna del pasado octubre: “…Y qué interesante sería fortalecer una feria regional que represente y le sirva a todo el gremio y toda la región, no solo a las editoriales de grandes ventas, porque las instalaciones que hay en Pereira para hacer algo grandioso y trascendental, están dadas…”
Sería un poco aparatoso enumerar en esta columna a cada uno de los autores que vivifican con su savia al libro, pero sí me complazco con este sólido proceso que demuestra que, sí se puede, que el libro tiene dolientes y que el reinado de este fiel amigo de la humanidad, no tendrá fin.