Los Juegos Nacionales que no fueron

El esfuerzo que se hizo hace cuatro años para conseguir la Sede de los XXII Juegos Nacionales y VI Paranacionales, fue muy grande: los gobernadores de Caldas, Quindío y Risaralda hicimos causa común con los alcaldes de las 3 ciudades capitales y logramos en una dura competencia con otras regiones del país, traerlos para el Eje Cafetero; en esa gestión nos acompañó Dilian Francisca Toro, gobernadora del Valle. Pudimos cancelar diferencias territoriales, depusimos intereses particulares y dimos un formidable paso hacia la integración regional.
La infraestructura vial, la capacidad hotelera, la buena oferta hospitalaria, los competitivos costos logísticos, y un incipiente pero importante inventario de escenarios deportivos, contaron para que el exigente concurso fuera ganado por la Región. No fue menor, la importancia que se le otorgó a la calidad de nuestro recurso humano y al compromiso y esfuerzo de nuestros jóvenes deportistas, dirigentes y técnicos.
De un tiempo para acá pareciera que estas justas deportivas, como diría Gabriel García Márquez, tienen “pava”, mala suerte. Han estado plagadas en sus últimas ediciones de fracasos, incumplimientos y corrupción. Esas malas experiencias cercanas debieron alertarnos sobre la necesidad de ser más cuidadosos, y más diligentes al momento de asegurar el avance de los procesos administrativos, políticos y financieros de los Juegos.
Lo cierto es que no obstante esas advertencias fácticas, hace rato que aquí se prendieron las alarmas: se sabe de retrasos en el giro de recursos nacionales, carencias en la planificación y ejecución de las inversiones, desencuentros que rayan en lo ridículo entre altos funcionarios de la Administración, falta de diligencia en la gestión de trámites burocráticos ante Mindeportes e indolencia en las altas esferas gubernamentales.
Me cuentan que la ministra del Deporte, María Isabel Urrutia es bastante refractaria a dar explicaciones, a conversar con la prensa y a atender con diligencia estas urgencias que ya se nos vinieron encima; y que, además, ha venido desmantelando el Ministerio, prescindiendo, como está ocurriendo en otras dependencias del Estado, de personas con alta calificación técnicas y probada experiencia en estos temas. Aquí estuvo en Manizales la semana pasada y su presencia nos dejó más interrogantes que certezas.
El proceso de construcción y mejoramiento de escenarios deportivos hoy plantea serias dudas: están en riesgo casi todos los proyectos en Armenia, el complejo acuático de Manizales está sin licencia y varias de las obras en Pereira están colgadas. El periodista deportivo de LA PATRIA, Oswaldo Hernández, hizo en estos días un minucioso análisis de todas y cada una de las obras que están proyectadas, sus dificultades, sus carencias y sus incumplimientos. Con la lectura del informe de Oswaldo lo único que queda claro es que “hoy se corre el riesgo de no tener a tiempo los proyectos completos para los Juegos Nacionales”.
Se supone que si a finales de agosto no se entregan todas las obras que están comprometidas, los Juegos pueden fracasar y perdería el Eje Cafetero una gran oportunidad de desarrollo, y nuestros jóvenes deportistas, la consecución de un sueño que vienen acariciando desde hace varios años a punta de voluntad, esfuerzo y disciplina.
Sin embargo, hay motivos para la esperanza: los recientes nombramientos de Baltazar Medina y Andrés Rendón como director y subdirector de los Juegos, nos dicen que hay tiempo de enmendar algunos errores y corregir ciertos yerros; tienen experiencia y una vida entera dedicada a estos menesteres.
Los Juegos Deportivos Nacionales y Paranacionales son sin duda una gran oportunidad para la Región; se calcula que nos visitarán unas 50.000 personas y seguro se dinamizarán muchos sectores de nuestra economía.
Si bien es verdad que los XXII Juegos Nacionales y VI Paranacionales tal y como se concibieron en un principio, ya no fueron, no todo está perdido; hay tiempo, y hay que utilizarlo trabajando juntos como Región y como comunidad de propósito para salvar lo esencial del evento.