La literatura del volcán de Cartago

Mucho se dice, opina y escribe sobre el Volcán ya no tan nevado del Ruíz. No se porqué las autoridades están haciendo censos, cuando lo lógico debió haber sido actualizarlos; se hacen reuniones con algunos, sólo algunos de los habitantes de la zona de riesgo del volcán, cuando ya se debería saber que hacer. Fuera del Servicio Geológico Colombiano, las reacciones han sido coyunturales e improvisadas y no se sabe hasta cuando habrá energía, tiempo y plata para vivir en medio de una alerta naranja. Las autoridades y entidades públicas de la región han podido solicitar ante el Ministerio de Tecnologías de la Información, la concesión de una licencia para operar una emisora para la atención y prevención de desastres (Resolución 2614 de 2022 del Mintic). No existe una “cátedra permanente del Volcán” que permita desarrollar escenarios de aprendizaje en materia de riesgo y dirigido a todas las personas que vivimos como vecinas de la hermosa e inquieta montaña, y que incluyan el arte, la historia y la literatura como objeto de estudio. A este respecto, deseo destacar dos obras literarias, que tienen como fundamento la tragedia de Armero y la erupción del Volcán de Cartago como lo llamó Fray Pedro Simón. La primera de ellas “La Explotación del Volcán” (1989) de Octavio Hernández Jiménez, editada por la Universidad de Caldas y considerada la primera obra literaria escrita después de la erupción del volcán del año 1985. En sus 206 páginas, el lector descubrirá un extraordinario relato, que da cuenta de cómo se vivió en esta región el antes el durante y el después de dicha erupción. Sin especulaciones, se basa en hechos reales y notas de prensa, que dejan en evidencia el desafortunado manejo de la tragedia por parte de los medios de comunicación, la mala hora del presidente Belisario Betancur, la huida de miles de manizaleños, la reconstrucción, las embarradas de los científicos, los debates en el Congreso, la pérdida de dineros y las colectas del Padre García Herreros. La obra está acompañada de una serie de caricaturas de Fabio Arias (Ari) que hoy merecen ser reinterpretadas, como la publicada el 23 de julio de 1987 donde se ve al cráter La Olleta hablándole a un león: “oíste vos¡ aquí entre nos…cuándo harás otra erupción?” a lo que el animal contesta: “pues con ese centralismo lobo de Ingeominas…estoy esperando autorización de Bogotá¡¡”(sic). La Universidad de Caldas de la mano de las entidades públicas y privadas de la región, debería con la venia del autor, regalarnos una reimpresión masiva de la genial publicación. La otra obra, “Los Sordos ya no hablan” (2020) autoría del dilecto escritor Gustavo Álvarez Gardeazabal, nos transporta a través del género de la novela histórica, resultado de una profunda investigación y de entrevistas realizadas por su autor, sobre los acontecimientos que rodearon la tragedia de Armero de la voz de algunos de sus sobrevivientes como Dominguillo Gutiérrez, y sobre los relatos de personajes como el padre Osorio y el profesor Efrén Torres. La obra de Gardeazabal, de manera similar a la de Octavio Hernández, esta acompañada de varias de sus “Notas Profanas” que publicaba en distintos diarios del país y en las cuales hacía alusión a todo tipo de estudios que mostraban la inminente erupción del volcán, lo cual realmente sucedió ante los ojos de la ciencia y de unas autoridades que simplemente no hicieron nada por evitar la muerte de miles de ciudadanos. Mientras el volcán hace erupción y se incorporan estas obras en los planes de estudio, leamos sobre el, igual le quedan millones de años de vida.